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LA PUERTA DE SEGURA: ¿Qué es una especie protegida? En la conservación...

¿Qué es una especie protegida?

En la conservación de la naturaleza suele hacerse una distinción principal entre dos herramientas complementarias pero de muy diferente significación: la protección de espacios y la protección de especies.

La primera se orienta a la conservación de ecosistemas completos, incluyendo a cada uno de los elementos vivos y del medio físico que lo componen, en definitiva a la protección de los hábitats. La segunda a la conservación de determinadas especies, animales o vegetales, cuya supervivencia ha sido puesta en peligro por la presión de la actividad humana, presión ejercida: bien sobre la propia especie, a través de su explotación o incluso persecución; bien sobre el hábitat en que se desarrolla y de cuya conservación depende íntimamente.

Es obvio que todas las especies que utilizan hábitats o espacios protegidos disfrutan de cierto estatus de protección. Sin embargo, la protección de especies suele abordarse a través de la elaboración de catálogos de protección. Históricamente, dichos catálogos se han construido con criterios utilitaristas, así las primeras normas de protección se refieren a especies cinegéticas o piscícolas y pájaros insectívoros, considerados útiles a la agricultura.
En el origen de la conservación de las especies deben situarse sin duda el Convenio de París sobre Protección de Pájaros útiles a la Agricultura de 1902 y el Convenio de Londres sobre Conservación de la Fauna y Flora en estado Natural de 1933.


La concepción utilitarista del primero se desprende ya de su propia denominación, sin embargo se hace especialmente explícita a través de la clasificación de las aves en dos grupos de destino bien diferente: la lista de pájaros útiles y la lista de pájaros perniciosos. A pesar de ello, el convenio sirvió para la promulgación en España de múltiples normas relativas a la protección de las aves insectívoras.

El segundo tuvo menor trascendencia, por referirse principalmente a las colonias africanas de las potencias europeas, sin embargo, introduce como principal novedad un catálogo de protección exento de cualquier referencia a la utilidad para el hombre de la fauna y que, por primera vez, incluye una especie de flora, honor que corresponde a la Welwitschia mirabilis.

Especialmente adelantada a su época es la actualización del Convenio de París en 1959, que deja entrever un principio de cambio, al señalar en sus considerandos iniciales que:

[...] desde el punto de vista de la ciencia, de la protección de la naturaleza y de la economía nacional, todos los pájaros deberían en principio ser protegidos [...]


Sin embargo, la doble vara de medir se mantuvo durante la mayor parte del siglo XX, a través de las diferentes normas relativas a la protección de especies cinegéticas y piscícolas y de extinción de animales dañinos a la agricultura.