Hueseño que importa quienes seamos, yo creo que aquí entramos los que estamos fuera y nos acordamos de nuestro pueblo, los recuerdos de aquellos años perdurarán para siempre.
¡Ay! el río, cuando cruzábamos por la mañana el vado y cuando te dabas cuenta te llegaba el agua por la cintura, toda la mañana chorreando cerro arriba cerro abajo y luego de vuelta a casa con la talega unas veces llena otras medio vacía, te tirabas al río y parecía que te lo tenías que acabar de la sed que tenías.
A la tarde a trillar y sacar la parva, ¡menos mal!, ahí estaba ese río maravilloso donde poder bañarte donde nos juntábamos todos los zagales de doncilla y al terminar el baño aprovechábamos para llevar las cubetas llenas de agua para que los animales pudieran beber y así un día tras otro sin descansar ni un domingo.
Es día ocho de septiembre, nos vamos al pueblo que empiezan las ferias, lo que sentíamos solo lo sabemos quienes lo vivimos.
Hasta otra, la zagala de doncilla.
¡Ay! el río, cuando cruzábamos por la mañana el vado y cuando te dabas cuenta te llegaba el agua por la cintura, toda la mañana chorreando cerro arriba cerro abajo y luego de vuelta a casa con la talega unas veces llena otras medio vacía, te tirabas al río y parecía que te lo tenías que acabar de la sed que tenías.
A la tarde a trillar y sacar la parva, ¡menos mal!, ahí estaba ese río maravilloso donde poder bañarte donde nos juntábamos todos los zagales de doncilla y al terminar el baño aprovechábamos para llevar las cubetas llenas de agua para que los animales pudieran beber y así un día tras otro sin descansar ni un domingo.
Es día ocho de septiembre, nos vamos al pueblo que empiezan las ferias, lo que sentíamos solo lo sabemos quienes lo vivimos.
Hasta otra, la zagala de doncilla.