Yo recuerdo el pilón que había (y que no se si aún está) por detrás del cementerio. Recuerdo las tardes que pasábamos allí después de un rato jugando en las marraneras, ya que era el lugar más cercano donde refrescarnos y echar un trago entre rato y rato de fútbol. A más de uno tiraron con la juguesca, entre un "¡mira un renacuajo!" o "¡ala una culebrilla!", y si el tiempo acompañaba incluso no hacía falta que nos tiraran puesto que el baño nos lo pegábamos sin contemplaciones.
Claro que luego estaba la leyenda urbana de que eran aguas pestosas y que se te caía el pelo (a dia de hoy aún lo conservo).
Menos dada al baño era la época en la que por aquellos parajes ibamos a recojer el tomillo que, aún no se quién, dejaban allí ya seco para el día de Santa Lucia. Eran incontables los viajes en bici con dos o tres sacos de tomillo que se hacían, y las "batallas" entre barrios por ver quiénes eran los que más tomillo recogían para luego hacer la hoguera más grande.
En verdad todo esto parece que se está perdiendo y que solo los que estamos fuera de nuestra tierra querida lo recordamos con añoranza.
Tulkamá.
Claro que luego estaba la leyenda urbana de que eran aguas pestosas y que se te caía el pelo (a dia de hoy aún lo conservo).
Menos dada al baño era la época en la que por aquellos parajes ibamos a recojer el tomillo que, aún no se quién, dejaban allí ya seco para el día de Santa Lucia. Eran incontables los viajes en bici con dos o tres sacos de tomillo que se hacían, y las "batallas" entre barrios por ver quiénes eran los que más tomillo recogían para luego hacer la hoguera más grande.
En verdad todo esto parece que se está perdiendo y que solo los que estamos fuera de nuestra tierra querida lo recordamos con añoranza.
Tulkamá.