En dias lluviosos de Invierno era un barrizal.En los dias calurosos de Verano era un polvoriento camino.Se abre paso vereda abajo entre viejos olivos centenarios.
Historias y relatos se contaron en las noches de Luna llena, sombras en la oscuridad de la noche acechan, anecdotas nunca confesadas, misterios nunca demostrados.
El viejo camino de los Lopez, el viejo camino que en mitad de la noche con respeto se cruzo.Al final del camino se pueden ver las viejas tapias del cementerio, viejas cruces de hierro forjado asoman por las esquinas de sus tapias.La vieja vereda que lleva al callejon de Chinipa, estremecedores ruidos entre los rizales, Jilgueros asustados en mitad de la noche, desconcierto de los viandantes a la luz de la luna.
De barro y piedra eran las tapias de los Troneras, de kal viva las fachadas de las viejas casonas.Escalerones, camaras y frias habitaciones forman su interior.Velatorios y ceremonias en el recuerdo.
Desdel camino se puede ver la vieja y sepenteante carretera que baja a los rollos.
Si hay un lugar entrañable en el pueblo, este lugar son los Lopez.
Martinico.
Historias y relatos se contaron en las noches de Luna llena, sombras en la oscuridad de la noche acechan, anecdotas nunca confesadas, misterios nunca demostrados.
El viejo camino de los Lopez, el viejo camino que en mitad de la noche con respeto se cruzo.Al final del camino se pueden ver las viejas tapias del cementerio, viejas cruces de hierro forjado asoman por las esquinas de sus tapias.La vieja vereda que lleva al callejon de Chinipa, estremecedores ruidos entre los rizales, Jilgueros asustados en mitad de la noche, desconcierto de los viandantes a la luz de la luna.
De barro y piedra eran las tapias de los Troneras, de kal viva las fachadas de las viejas casonas.Escalerones, camaras y frias habitaciones forman su interior.Velatorios y ceremonias en el recuerdo.
Desdel camino se puede ver la vieja y sepenteante carretera que baja a los rollos.
Si hay un lugar entrañable en el pueblo, este lugar son los Lopez.
Martinico.