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FRAILES: De la impresión que le causó, el invento del televisor...

De la impresión que le causó, el invento del televisor
Tenía once años, llevaba más de cuatro de porquero y seguía sin haber pasado por la escuela. Mis únicos conocimientos eran los de cuidar el ganado, saber por la posición del sol, como si fuera un reloj, que hora en todo momento era, que esto era muy necesario para llevar rebaño al cortijo, a la hora acostumbrada. Que de hecho, el día que salía nublado, sufría lo indecible, por no saber cuando debía hacer esta maniobra. Que ahora pienso que fui, el precursor del dicho ese de “te temo más que a un nublado” Si no lo fui, lo debí ser. Que esos días, como aquellos otros, que llovía y la crecida de los ríos nos impedía, la llegada al refugio que para mí y el ganado, el cortijo suponía, se convertían en una verdadera pesadilla. Inmerso en estos menesteres, porque otros no tenia, que estos ya absorbían de sol a sol, toda mi joven existencia. No ha de extrañar que ya fuera, casi como uno más de la piara y como tal me comportara, cuando aprendí la forma esa, que eso se aprende muy pronto, y como no hay que ir a la escuela, yo pronto lo aprendí y me aficione de tal manera, que no pasaba día que no me hiciera, tres imitaciones o más, de esas prácticas ya usadas, por promesa y no procrear, por sus razones Onan. Que aunque de esto, mucho después me enterara, viene bien aquí, que así las llame para quitarle algo de vulgaridad. Que el nombre es irrelevante, la maldad, esta en permitir, a un ser humano descubrir, de esa tan irracional manera, los misterios de la vida.
Y si habéis llegado hasta aquí habréis comprendido ya, que con las escasas involucraciones, que este joven porquero tenia, con lo divino y lo humano, comprenderéis mejor el caos mental que para el supuso, asumir aquel invento que encima, le fue mal contado. Porque se lo contaron así.
De regreso de frailes, El chico, que así se apodaba el dueño, recuerdo que aquel día más afectado, por la forma en que nos lo soltó; “No vais a creer la cosa que he visto hoy, una radio que además de oírse, se ven los que hablan dentro”. ¡Queee! Saltamos todos los presentes completamente alucinados, y yo, que la radio del salón tenía cerca, me sorprendí calculando como de grande debía ser, para poder meter a tanta gente dentro, me había imaginado algo muy grande. Pero lo siguiente que oír a aquel hombre decir;” Se veía una corrida de toros desde Madrid”. Acabo rompiendo por completo todos mis esquemas, ya no tenía nada para comparar, si hubiera sabido al menos, que existía la magia, rápidamente le habría adjudicado a ella su autoría. Pero eso era ya mucho, ¿Cómo iba yo a calcular, que estando la gente tan lejos, el ferminillo ese las metiera en la radio de su salón, había visto, en alguna película, lo grande que una plaza de toros era. Y ya, por muchas cábalas que me hacía, ninguna mi imaginación entendía, ni por asomo comprendía hecho o cosa tan irreal, que al no saber cómo llamarla más irreal me parecía y con la mente ya bloqueada, de tantas preguntas que le hacía, solo conseguí un gran insomnio durante aquellas noches y varios días completamente en las nubes, pensando en el dichoso invento. Que no ceso de martirizarme hasta que a los pocos días ya en Frailes, al ver que nadie se asombraba, deje de asombrarme yo, y no resulto tan dramático, no sé si porque alguien me lo explicara, o que como todos lo aceptaban, aunque yo no me enterara, a las preguntas que me hacía, me olvidaba contestar.
P. D. Quien me iba a decir, que pasando el tiempo, colaboraría, para que este invento mejorara en la construcción de su emisor más emblemático, como es “El piruli” Montando la grúa torre más alta (220m) de mi vida profesional. Pero esto es ya otra historia, con la que en otra ocasión os martirizare.