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FRAILES: Aprovechando la caída de las hojas y el atardecer,...

Aprovechando la caída de las hojas y el atardecer, para dar más miedo, una pandilla de niños de los años cincuenta y tantos, nos divertíamos enterrándonos por turnos en los montones de hojas ya preparados para tal fin, con la contraseña ya acordada, de que al aproximarse algún ser viviente se le lanzaría una chinita desde el lugar que les valía para no ser vistos. Esto era todo un exitazo, cuando al levantarte de un salto veíamos las caras de espanto del paseante en cuestión, normalmente parejas de novios beatas que volvían de la iglesia. Pero…. Ay de mi, aquel día. Imaginaos mi cara cuando me encuentro al panadero del pueblo, ahora ya he olvidado su nombre, pero os aseguro que la causa de su estado no la olvidaré jamás, ¡cómo estaba ese hombre! Pero es que en aquellos tiempos, un buen burro y una buena carga de pan ¡qué serones mas grandes llevaba aquel animal ¡había panes por toda la acequia, eran causa de enojo. Si, aquel hombre tenía razón, por eso ese día tuvimos que correr, bueno, tuve porque los demás lo tenían más fácil desde su escondite. Si, el enterrado era yo, el que recibió la dichosa chinita el que causó que aquel pedazo de burro se rompiera una pata al caerse en la acequia y que aquel buen hombre estuviera en aquel estado, como también soy el que se pasó mucho tiempo lamentando la burrada y con el miedo en el cuerpo de que el panadero le encontrara
¡Qué tiempos aquellos ¡¿Verdad?