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CASTILLO DE LOCUBIN: ¿Por qué será que al hombre le encanta matarse a trabajar?...

¿Por qué será que al hombre le encanta matarse a trabajar?

De otro modo no se podría explicar que, residiendo el problema y la crisis en la
imposibilidad de las empresas de encontrar mercados para sus productos y existiendo un excedente de riqueza almacenada en stocks, el hombre se niegue a reducir su jornada laboral y a concederse un descanso que le permita consumir esa riqueza. Claro que decir que es un capricho del hombre el trabajar por trabajar para luego destruir o almacenar su riqueza no es una explicación muy inteligente. Decir esto es preferir el misterio a las causas. Pero es que… ¡conviene que sea un misterio!
Conviene que sea un misterio y que derramemos unas lagrimitas de tarde en
tarde sintiéndonos perplejos ante tamaño absurdo, pues de lo contrario no tendríamos más remedio que pensar en el asunto y entonces…
Entonces tendríamos que reconocer la verdad: que en sí misma la técnica no
representa ningún peligro para la humanidad… siempre y cuando ésta pueda decidir
libremente su aplicación. Tendríamos, pues, que reconocer que, si provoca nefastas consecuencias es porque con ella se fabrica más beneficio capitalista del que puede comprar el mercado. Tendríamos que reconocer, en suma, que el único problema es la estructura misma de la economía privada, que impide aprovechar una riqueza que no encuentre mercado, incluso si está ya en nuestras manos. Entonces comprenderíamos la verdadera raíz de la tragedia: la mayor parte de nuestros problemas humanos son nuestros problemas, pero al mismo tiempo son las soluciones de la economía privada y la única salida posible para retrasar y contener la crisis. Esta es la pura verdad, pero no nos conviene tener el valor de reconocerlo. Ni conviene a los empresarios ni conviene a los obreros, y ésta es justamente una de las omisiones más graves de los marxistas. Si mi empresa se arruina, ¿qué será de mí? Consentiré, por tanto, en trabajar lo mismo, aun si contamos con una maquinaria que nos ahorra trabajo, pues quizá de este modo mi empresa logre imponerse a la competencia y ser la última en quebrar. Estaré muy contento de perder toda mi vida trabajando pese a las revoluciones tecnológicas de este siglo, toda vez que la otra alternativa que se ofrece es el paro inmediato. Por supuesto, ni por un momento se me ocurrirá pensar que tan lamentable situación tiene su origen en el mero hecho de que las empresas son privadas. Esto es demasiado verdadero para resultar convincente.

- Carlos Fernández Liria, Santiago Alba Rico: "Dejar de Pensar" Akal. 1986

¡Un fantasma recorre Europa… LA POSTMODERNIDAD!
Pero esta vez es sólo un FANTASMA.