"Educación para la Ciudadanía", de Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, entre otros
El libro que escandalizó al grupo neocons.
(…) Ahora bien, en estos últimos años cruciales, la voz de la izquierda ha sido casi por completo silenciada, tanto respecto de la enseñanza secundaria como de la superior. Hartos de estrellarnos contra este muro de silencio, en el momento en que vimos que la implantación de la Educación para la Ciudadanía era ya un hecho consumado, los autores de este libro decidimos hacer de la necesidad, virtud.
Nos dijimos que si querían una Educación para la Ciudadanía, la iban a tener, peroque la iban a tener en serio. En lugar de utilizar la asignatura para encubrir la realidad capitalista, podíamos utilizarla para denunciarla. El racismo; la xenofobia; el trabajo ilegal de los sin papeles y el trabajo basura de los con papeles; la desestructuración social; la precariedad laboral; la marginación y todo lo que ella conlleva; la imposibilidad de acceder a una vivienda digna y las consiguientes dificultades para la vida familiar y la procreación. Todos estos asuntos tienen su causa en problemas sociales y económicos enraizados en las estructuras más básicas de esta sociedad en la que vivimos. Es ridículo, patético e hipócrita pretender que todo
ello hay que afrontarlo con una «educación en valores». Pero, sobre todo, se trata de una estafa que pretende encubrir y legitimar las verdaderas causas de estos problemas. Así pues, lo primero que debe quedar claro en una Educación para la Ciudadanía es el carácter capitalista de nuestra realidad social. Después habrá que decidir en qué consiste y qué posibilidades tiene la vida ciudadana en semejantes condiciones.
Fue así como publicamos Educación para la Ciudadanía. Democracia, Capitalismo
y Estado de Derecho (Akal, 2007). La reacción de los medios de comunicación
de derechas y de ultraderecha ha sido furibunda. La tentación de utilizarnos como arma arrojadiza contra el PSOE era demasiado grande para reducirnos al silencio, así que decidieron más bien poner el grito en el cielo. La campaña mediática que se ha desatado en contra de nuestro libro durante los meses de agosto y de septiembre de 2007 ha superado los límites de la falsedad, la mentira y la hipocresía. En primer lugar, como ya hemos señalado, presentaron el libro como un manual destinado a las aulas, cuando era absolutamente obvio que no lo era. (…)
Así, por ejemplo, en las múltiples veces que nuestro libro ha sido aludido en Telemadrid, su contenido ha quedado resumido diciendo que definimos «libertad»
como «hacer lo que a uno le da la gana». Varias veces esa frase ha aparecido subrayaday ampliada en pantalla, como prueba de nuestra ignominia. Lo que no decían es que esa frase es sólo el punto de partida de un razonamiento estrictamente kantiano en el que acabamos, por cierto, por concluir que «libertad» es más bien «obedecer a la ley» (lo que, sin duda, considerarán muy desconcertante los directores de Telemadrid, tratándose de un libro que han calificado poco menos que de anticonstitucional).
Hasta el menos aventajado de los alumnos de secundaria que de verdad leyera nuestro libro entendería perfectamente que nuestro concepto de libertad
no tiene nada que ver con lo que ordinariamente se entiende por «hacer lo
que nos da la gana». Es completamente obvio que si tomamos esa frase como punto
de partida, es precisamente porque sabemos que se trata de una idea bastante
común entre los jóvenes, de modo que es con ella con la que conviene ajustar cuentas.
Por supuesto, esto lo sabían perfectamente en Telemadrid, pero no les importó
mentir al respecto. (...)
El libro que escandalizó al grupo neocons.
(…) Ahora bien, en estos últimos años cruciales, la voz de la izquierda ha sido casi por completo silenciada, tanto respecto de la enseñanza secundaria como de la superior. Hartos de estrellarnos contra este muro de silencio, en el momento en que vimos que la implantación de la Educación para la Ciudadanía era ya un hecho consumado, los autores de este libro decidimos hacer de la necesidad, virtud.
Nos dijimos que si querían una Educación para la Ciudadanía, la iban a tener, peroque la iban a tener en serio. En lugar de utilizar la asignatura para encubrir la realidad capitalista, podíamos utilizarla para denunciarla. El racismo; la xenofobia; el trabajo ilegal de los sin papeles y el trabajo basura de los con papeles; la desestructuración social; la precariedad laboral; la marginación y todo lo que ella conlleva; la imposibilidad de acceder a una vivienda digna y las consiguientes dificultades para la vida familiar y la procreación. Todos estos asuntos tienen su causa en problemas sociales y económicos enraizados en las estructuras más básicas de esta sociedad en la que vivimos. Es ridículo, patético e hipócrita pretender que todo
ello hay que afrontarlo con una «educación en valores». Pero, sobre todo, se trata de una estafa que pretende encubrir y legitimar las verdaderas causas de estos problemas. Así pues, lo primero que debe quedar claro en una Educación para la Ciudadanía es el carácter capitalista de nuestra realidad social. Después habrá que decidir en qué consiste y qué posibilidades tiene la vida ciudadana en semejantes condiciones.
Fue así como publicamos Educación para la Ciudadanía. Democracia, Capitalismo
y Estado de Derecho (Akal, 2007). La reacción de los medios de comunicación
de derechas y de ultraderecha ha sido furibunda. La tentación de utilizarnos como arma arrojadiza contra el PSOE era demasiado grande para reducirnos al silencio, así que decidieron más bien poner el grito en el cielo. La campaña mediática que se ha desatado en contra de nuestro libro durante los meses de agosto y de septiembre de 2007 ha superado los límites de la falsedad, la mentira y la hipocresía. En primer lugar, como ya hemos señalado, presentaron el libro como un manual destinado a las aulas, cuando era absolutamente obvio que no lo era. (…)
Así, por ejemplo, en las múltiples veces que nuestro libro ha sido aludido en Telemadrid, su contenido ha quedado resumido diciendo que definimos «libertad»
como «hacer lo que a uno le da la gana». Varias veces esa frase ha aparecido subrayaday ampliada en pantalla, como prueba de nuestra ignominia. Lo que no decían es que esa frase es sólo el punto de partida de un razonamiento estrictamente kantiano en el que acabamos, por cierto, por concluir que «libertad» es más bien «obedecer a la ley» (lo que, sin duda, considerarán muy desconcertante los directores de Telemadrid, tratándose de un libro que han calificado poco menos que de anticonstitucional).
Hasta el menos aventajado de los alumnos de secundaria que de verdad leyera nuestro libro entendería perfectamente que nuestro concepto de libertad
no tiene nada que ver con lo que ordinariamente se entiende por «hacer lo
que nos da la gana». Es completamente obvio que si tomamos esa frase como punto
de partida, es precisamente porque sabemos que se trata de una idea bastante
común entre los jóvenes, de modo que es con ella con la que conviene ajustar cuentas.
Por supuesto, esto lo sabían perfectamente en Telemadrid, pero no les importó
mentir al respecto. (...)