¡Hagamos de la siesta la fiesta nacional!
Un abogado pide a la Comunidad de Madrid que sea declarada Bien de Interés Cultural
Esperanza Aguirre cree que poner a un animal en una plaza y torturarle es cultura, y así lo demostró cuando declaró su intención de convertir las corridas de toros en Bien de Interés Cultural. No vamos a ser nosotros quienes les llevemos la contraria (al fin y al cabo, cultura ya es cualquier cosa, o si no basta con ver las mierdas que hacen muchos artistas subvencionados), aunque lo que sí que vamos a hacer esdarle nuestro apoyo incondicional a Daniel Dorado, que ha pedido que la siesta goce del mismo estatus. ¿Qué demonios el mismo? ¡Tiene que estar por encima! Nuestra fiesta nacional (nuestra única fiesta nacional) tiene que ser la siesta. Que hasta rima.
Dorado, que es un abogado especializado en la protección de animales, argumenta que si dar muerte y sufrimiento a los toros es un bien cultural, con más motivo puede serlo el dormir, que no hace daño a nadie. No sólo eso: nuestros admirados representantes políticos (eso ya no lo dice él, lo decimos nosotros) han dado ejemplo a menudo de que la siesta es buena. Por ejemplo en el Congreso, que allí no trabaja ni Dios y cuando los diputados no aparecen (que es a menudo) es más que probable que estén sobando tan alegremente. De hecho, con los cojonazos que tienen, lo raro es que la siesta no la echen en público, sentados en el hemiciclo. Y con el pijama y el gorro de dormir (estas cosas hay que hacerlas bien, que si no luego uno no descansa).
¡Ah, la siesta! No entiende de razas, ni de sexos, ni de edades. La puede practicar todo el mundo, y a todo el mundo le gusta por igual. Pero hay que ir con cuidado con pasarse. Una siesta demasiado larga te corta el día y te hace despertar de mal humor. Y luego, con esa mala leche de recién levantado, se te ocurren tonterías y las dices en voz alta. Que es lo que probablemente le ocurrió a Espe con lo de los toros.
Un abogado pide a la Comunidad de Madrid que sea declarada Bien de Interés Cultural
Esperanza Aguirre cree que poner a un animal en una plaza y torturarle es cultura, y así lo demostró cuando declaró su intención de convertir las corridas de toros en Bien de Interés Cultural. No vamos a ser nosotros quienes les llevemos la contraria (al fin y al cabo, cultura ya es cualquier cosa, o si no basta con ver las mierdas que hacen muchos artistas subvencionados), aunque lo que sí que vamos a hacer esdarle nuestro apoyo incondicional a Daniel Dorado, que ha pedido que la siesta goce del mismo estatus. ¿Qué demonios el mismo? ¡Tiene que estar por encima! Nuestra fiesta nacional (nuestra única fiesta nacional) tiene que ser la siesta. Que hasta rima.
Dorado, que es un abogado especializado en la protección de animales, argumenta que si dar muerte y sufrimiento a los toros es un bien cultural, con más motivo puede serlo el dormir, que no hace daño a nadie. No sólo eso: nuestros admirados representantes políticos (eso ya no lo dice él, lo decimos nosotros) han dado ejemplo a menudo de que la siesta es buena. Por ejemplo en el Congreso, que allí no trabaja ni Dios y cuando los diputados no aparecen (que es a menudo) es más que probable que estén sobando tan alegremente. De hecho, con los cojonazos que tienen, lo raro es que la siesta no la echen en público, sentados en el hemiciclo. Y con el pijama y el gorro de dormir (estas cosas hay que hacerlas bien, que si no luego uno no descansa).
¡Ah, la siesta! No entiende de razas, ni de sexos, ni de edades. La puede practicar todo el mundo, y a todo el mundo le gusta por igual. Pero hay que ir con cuidado con pasarse. Una siesta demasiado larga te corta el día y te hace despertar de mal humor. Y luego, con esa mala leche de recién levantado, se te ocurren tonterías y las dices en voz alta. Que es lo que probablemente le ocurrió a Espe con lo de los toros.