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SANTA BARBARA DE CASA: Permitidme este pequeño desahogo, amigos de SantaBárbara....

Permitidme este pequeño desahogo, amigos de SantaBárbara. ¡Cosas de Jubilado!
Os relato, a grandes rasgos, algo de mi existencia. Si me pongo a citaros a todos, al ser mi memoria corta, me dejaría a alguno.
Sois de lo mejor que tengo.

ALGO DE MÍ

Desde mi atalaya veo
los años pasar volando;
esos años que no vuelven,
pero quiero recordarlos.

Me enamoré siendo un niño
de una niña, sin notarlo.
Nuestros corazones juntos,
corrían como dos galgos.

El uno en busca del otro,
latiendo desaforados.
Besarnos no era posible,
por tratarse de un pecado.

Si acaso, con disimulo,
nos cogíamos las manos.
Los ojos hablaban solos,
más incluso que los labios.

Cogerla por la cintura
no lo lograron mis brazos.
Cualquier testigo podía
a nuestros padres contarlo.

La pena por un desliz,
por un mínimo contacto,
era quedarse en su casa,
o recluida en su cuarto.

Con el paso de los años,
esto se fue suavizando.
La visitaba en su puerta
pero sujeta a un horario.

Para visitarla en casa,
tuve que solicitarlo
pidiéndoselo a su padre.
¡Madre mía, que mal trago!

Fueron pasando los años,
y tras ocho de noviazgo,
los dos, y de mutuo acuerdo,
decidimos el casarnos.

Como fruto de esa unión,
dos rosas quisimos darnos.
En este jardín de amor
vivimos para contarlo.

Han pasado de cuarenta
los años ya de casados.
Hemos tenido tormentas,
siempre con buen pararrayos.

Cumplidos sesenta y cinco,
seguimos enamorados.
Y los amores añejos
huelen a jazmín y a nardos.

El deseo de los dos,
-ya lo tenemos hablado-
es que el viaje final
lo hiciéramos juntos ambos.

Por favor, no dejéis de ser felices. Agur.