Los
romanos, al mando de Publio Cornelio Escipión, tras varios intentos y numerosas batallas, consiguieron apoderarse de “Ilipula”. Tras ocuparla los Romanos, la reconstruyen y le permiten incluso acuñar moneda propia en la que aparece el nombre de la ciudad. Si
Niebla fue ciudad
romana de gran importancia, en el período visigodo, Electa, alcanzó un alto prestigio religioso y
militar, ya que pasó a ser una de las once sedes episcopales de la Bética, cuyo obispado se extendía sobre 300 leguas cuadradas, por lo que es presumible que su límite meridional fuera la desembocadura del Guadalquivir (Medina Sidonia) y que también lindara con Cortegana.