Una vez más se comprueba esa tendencia generalizada en Andalucía de que cualquiera, y más acertado sería decir “un cualquiera”, puede dar su opinión gratuita, infundada o maliciosa sobre nuestra tierra sin que apenas levante un leve revuelo, la más mínima irritación o la más tenue de las declaraciones institucionales de indignación y oprobio. Y nos quedamos tan anchos, como si la cosa fuera con el vecino, o como si lo que se diga, porque tenga cierto componente de verdad y venga de fuera, sea ya ... (ver texto completo)