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LA PATRIA DE ABÉN HUMEYA
JAVIER VALENZUELA
El Pais 26 AGO 2009

Escapada a la comarca granadina de La Alpujarra, donde los barrancos van convirtiéndose en valles. Allí se refugió el último rey de los moriscos, de cuya expulsión se cumplen cuatro siglos

Así que ésta fue su casa, la casa de Abén Humeya, rey de los moriscos de La Alpujarra, último rey de Al-Andalus. Buena casa, sí señor. De tres alturas, puerta de madera con aldaba y herrajes, fachada encalada y sin ningún estorbo enfrente: abierta al Sur, a un océano de redondeadas montañas. Un escalón abajo, un huertecillo de tomates y pimientos; a la izquierda, el casco antiguo animado por unas cuantas palmeras; viniendo de todas partes, surgido de invisibles fuentes y acequias, el rumor del agua fresca, el rumor del paraíso.
Estamos en Válor, allí donde La Alpujarra va limando sus aristas alpinas y desembocando en el Mediterráneo clásico, donde los barrancos van convirtiéndose en valles, donde nogales, álamos y castaños van dando paso a olivos, naranjos y almendros. Es ésta "la patria de Abén Humeya", como proclama el mural que da la bienvenida al pueblo. Mural en el que, sobre fondo azul, se cruzan dos cimitarras doradas que sirven de cuenco a una corona y una media luna. Aquí, en 1568, don Fernando de Córdoba y Válor se puso al frente de la rebelión de los suyos, los moriscos granadinos, abandonó su forzado nombre cristiano y recuperó el musulmán: Abén Humeya, orgulloso descendiente de los Omeyas de Córdoba y, a través de ellos, del profeta Mahoma.