VIKY muy buenas, cómo vas?
Viky me alegra leer eso de: Yo bien,,, gracias ¡Ahora ño que espero es de que sea verdad. Pasa un buen día.
Ana jajaja para que decirte,, lo contrario,,,, tu bien sabes que de bien na de na,,, hoy no se si es el tiempo,, pero no tiro, estoy esperando a Eduardo, que venga de trabajar, para ir al super, ya que yo ni con el carro vacio puedo,, ves como,,, no es todo oro lo que reluce
Feliz tarde y te mando un besazooooooooooooooooooo
Feliz tarde y te mando un besazooooooooooooooooooo
Si Viky lo se, y hw hecho esa frase mia, al igual que tú cuando la realidad es otra
Un saludo reina-
Un saludo reina-
bien hecho Viky, falta hace, me alegro ¡
Buenas tardes Ana.. un besooooooooooooooo
buenas noches vikyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy cuanto tienpoooooooooooooo
Hola Fefilla,,,, yo entro cada dia a saludar,
Un besooooooooooooooooooo
Un besooooooooooooooooooo
ya lo se que eres nuestra amiga fiel gracias por ser ta resala un arbazo
Y tu por donde andas que apenas te veo,, mensajes
vikyyyyyyy como va to sagalota, jeje la serviora tirando na maaa ¡
buenas noches muchacho. a sobarrrrrrrrrrrrr
fefiiiiiiiiiiiiiii jeje te pille ¡como vas sagalota?
Me gustaria que un dia el FMI, La Frau de las bragas de acero, el de las alzas en los zapatos y demas familia europea, pidieran que ganasemos el mismo sueldo que ellos, no deben pedir que ganemos la mitad y que apoquinemos como ellos, en vez de darnos 1000 euros por 10 horas de duro trabajo, me den 2800 como gana un aleman 0 2400 como gana un frances y luego que me pongan sus condiciones. en España el sueldo base no llega a 700 euros frente a los 1400 de Francia. Para terminar quieren que seamos españoles para cobrar y europeos para pagar. No hijo NO!...... eso en mi pueblo se llama mamonería ¡
Kike esto que pones es interesante, lo malo que aqui esta gente no se entera
Jeje tranki Viky, ya lo leistes tu ¡, lee estode USIA, que no tie desperdisio.
El peor día
Hoy pienso en muchos seres queridos que estarían con
nosotros. En mil inocentes enterrados y dispersos por los
cementerios de España. En el vuelo de las cenizas de los
asesinados por ETA posándose en sus lugares arraigados. Hoy
pienso en los heridos, los familiares y los amigos de todos
aquellos que callaron para siempre por el disparo en la nuca
o la explosión traidora. Hoy pienso en la desesperación de
los padres que despidieron a sus hijos camino del colegio y
pocos minutos después los recogían, ya sin vida, ya sin
nada, de los charcos tremendos de sus sangres. Hoy pienso en
el sufrimiento insuperable de los secuestrados, en los
«zulos» de la ignominia, en las celdas de castigo de quienes
eran encerrados de acuerdo a la ley de los criminales con el
precio de sus vidas marcados en su terror. Hoy me acuerdo de
los vascos que día tras día, amenazados, insultados,
golpeados y humillados, han resistido la brutalidad y la
chulería de quienes de nuevo, gracias a seis dóciles,
ocuparán un lugar en las instituciones democráticas de un
Estado de Derecho que ellos pretenden pulverizar. Hoy me
acuerdo de los navarros, también amenazados y controlados
por los sicarios de la ETA. Hoy me acuerdo de Alfredo
Pérez-Rubalcaba, el ministro del Interior que ha ayudado
desde las sombras, como siempre hace, el retorno a las
instituciones de los compañeros de los asesinos. Hoy me
acuerdo de José Luis Rodríguez Zapatero, la mayor calamidad
política que ha gobernado España en su periodo de libertad,
el iluminado tonto que ha aplaudido sin reservas la
presencia de «Bildu» en las elecciones. Hoy me acuerdo de
todos los periodistas del pesebre, que desde sus medios
afines al Gobierno, se han traicionado a sí mismos
defediendo lo indefendible. Hoy me acuerdo de los doscientos
mil vascos que han tenido que abandonar, sólo para disfrutar
la seguridad de la supervivencia, la tierra de sus
antepasados, su propia tierra. Hoy me acuerdo de los
políticos que alcanzaron un acuerdo histórico y echaron de
las instituciones a los asesinos. Y hoy me acuerdo de los
que han abierto las puertas a los mismos que antaño
expulsaron. Hoy me acuerdo de los jueces, fiscales y
magistrados asesinados por la ETA. De los militares. De los
guardias civiles y policías nacionales. De los miembros de
la «Ertzantza», de los empresarios, de los obreros, de los
civiles, de los niños quebrados por la barbarie del
terrorismo. Hoy, que tendría que ser un día normal y alegre
para España con la formación de los nuevos parlamentos
autonómicos y ayuntamientos, es un día trágico y
nauseabundo. Hoy, entre los socialistas y sus mandados del
Tribunal Constitucional han levantado en España un monumento
al terrorismo. No a las víctimas del terrorismo, sino a los
terroristas. Cuando Irene Villa, recién casada, se quite
esta noche sus dos piernas de mentira, se acordará como
tantos otros de los seis nombres de la vergüenza. Pascual
Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Luis Ignacio Ortega,
Pablo Pérez Tremps y Adela Asúa. Nada malo les deseo. Me
gustaría saber que vivirán en paz y armonía si logran
superar los cuchillos de sus conciencias. Pero hoy tendrían
que abandonar todos ellos sus cómodos sillones del Tribunal
Constitucional. Por decencia y por penitencia. Y renunciar a
sus escoltas y sus coches oficiales. Nada tienen que temer.
Hoy les exijo, sólo desde mi voz, que se vayan, como se irán
en pocas semanas los que les indujeron u ordenaron culminar
la traición a nuestras víctimas y nuestro futuro
El peor día
Hoy pienso en muchos seres queridos que estarían con
nosotros. En mil inocentes enterrados y dispersos por los
cementerios de España. En el vuelo de las cenizas de los
asesinados por ETA posándose en sus lugares arraigados. Hoy
pienso en los heridos, los familiares y los amigos de todos
aquellos que callaron para siempre por el disparo en la nuca
o la explosión traidora. Hoy pienso en la desesperación de
los padres que despidieron a sus hijos camino del colegio y
pocos minutos después los recogían, ya sin vida, ya sin
nada, de los charcos tremendos de sus sangres. Hoy pienso en
el sufrimiento insuperable de los secuestrados, en los
«zulos» de la ignominia, en las celdas de castigo de quienes
eran encerrados de acuerdo a la ley de los criminales con el
precio de sus vidas marcados en su terror. Hoy me acuerdo de
los vascos que día tras día, amenazados, insultados,
golpeados y humillados, han resistido la brutalidad y la
chulería de quienes de nuevo, gracias a seis dóciles,
ocuparán un lugar en las instituciones democráticas de un
Estado de Derecho que ellos pretenden pulverizar. Hoy me
acuerdo de los navarros, también amenazados y controlados
por los sicarios de la ETA. Hoy me acuerdo de Alfredo
Pérez-Rubalcaba, el ministro del Interior que ha ayudado
desde las sombras, como siempre hace, el retorno a las
instituciones de los compañeros de los asesinos. Hoy me
acuerdo de José Luis Rodríguez Zapatero, la mayor calamidad
política que ha gobernado España en su periodo de libertad,
el iluminado tonto que ha aplaudido sin reservas la
presencia de «Bildu» en las elecciones. Hoy me acuerdo de
todos los periodistas del pesebre, que desde sus medios
afines al Gobierno, se han traicionado a sí mismos
defediendo lo indefendible. Hoy me acuerdo de los doscientos
mil vascos que han tenido que abandonar, sólo para disfrutar
la seguridad de la supervivencia, la tierra de sus
antepasados, su propia tierra. Hoy me acuerdo de los
políticos que alcanzaron un acuerdo histórico y echaron de
las instituciones a los asesinos. Y hoy me acuerdo de los
que han abierto las puertas a los mismos que antaño
expulsaron. Hoy me acuerdo de los jueces, fiscales y
magistrados asesinados por la ETA. De los militares. De los
guardias civiles y policías nacionales. De los miembros de
la «Ertzantza», de los empresarios, de los obreros, de los
civiles, de los niños quebrados por la barbarie del
terrorismo. Hoy, que tendría que ser un día normal y alegre
para España con la formación de los nuevos parlamentos
autonómicos y ayuntamientos, es un día trágico y
nauseabundo. Hoy, entre los socialistas y sus mandados del
Tribunal Constitucional han levantado en España un monumento
al terrorismo. No a las víctimas del terrorismo, sino a los
terroristas. Cuando Irene Villa, recién casada, se quite
esta noche sus dos piernas de mentira, se acordará como
tantos otros de los seis nombres de la vergüenza. Pascual
Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Luis Ignacio Ortega,
Pablo Pérez Tremps y Adela Asúa. Nada malo les deseo. Me
gustaría saber que vivirán en paz y armonía si logran
superar los cuchillos de sus conciencias. Pero hoy tendrían
que abandonar todos ellos sus cómodos sillones del Tribunal
Constitucional. Por decencia y por penitencia. Y renunciar a
sus escoltas y sus coches oficiales. Nada tienen que temer.
Hoy les exijo, sólo desde mi voz, que se vayan, como se irán
en pocas semanas los que les indujeron u ordenaron culminar
la traición a nuestras víctimas y nuestro futuro
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