subí sobre el muro y le grité:
Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate tu lástima de mi callejón
porque al olvido invito yo.
Puede... Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate tu lástima, tus reproches y tu maldito adiós,
porque al olvido invito yo.
Al olvido... Olvídalo...
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