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PEDRO MARTINEZ: SE QUEDABA HASTA TARDE EN LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES…...

SE QUEDABA HASTA TARDE EN LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES… PARA ABRAZAR A QUIENES NADIE IBA A RECIBIR.”
Gabriel Mendoza, 66 años, tiene una costumbre que al principio parecía extraña.
Cada noche, después de cenar, camina hasta la estación de autobuses de su ciudad y se sienta en una banca.
No espera a nadie.
Observa a las personas que bajan del autobús.
Los que llegan y son recibidos con abrazos, sonrisas y flores… Gabriel los mira con ternura.
Pero él está ahí por otros.
Por los que bajan solos.
Por los que miran hacia los lados y no encuentran a nadie.
Cuando ve a alguien así, se acerca despacio y pregunta:
—“ ¿Vienes solo?”
Si la respuesta es sí, abre los brazos y ofrece un abrazo.
Uno largo.
Uno sincero.
Un abrazo sin preguntas.
Un día, un joven le preguntó:
—“ ¿Por qué hace esto, don Gabriel?”
Y él respondió:
—“Porque yo también llegué solo una vez… y nadie me abrazó.”
“Hay aeropuertos para las despedidas…
y personas que son estaciones de llegada
Y cada vez que alguien le agradece, él dice lo mismo:
—“No es caridad, es bienvenida.”