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PEDRO MARTINEZ: Andrómeda...

Andrómeda

En la antigua mitología griega, Andrómeda era una princesa etíope de extraordinaria belleza, hija del rey Cefeo y la reina Casiopea. La historia de Andrómeda no solo es una de valentía y destino, sino también una de redención y eternidad en los cielos.
Todo comenzó cuando Casiopea, en un acto de vanidad, declaró que su hija era más hermosa que las Nereidas, las ninfas del mar. Ofendidas, estas se quejaron ante Poseidón, dios de los océanos. Como castigo, el dios envió a un monstruo marino llamado Cetus para devastar las costas del reino.
Consultando al oráculo, los reyes descubrieron que solo un sacrificio podría calmar la furia de los dioses: entregar a Andrómeda. Con el corazón roto, la encadenaron a una roca junto al mar, donde sería ofrecida a la bestia.
Pero el destino tenía otros planes.
En ese momento apareció Perseo, el valiente héroe que acababa de vencer a la temida Medusa. Al ver a Andrómeda, se enamoró de inmediato. Con la cabeza de Medusa aún en su poder, convirtió a Cetus en piedra y salvó a la joven princesa.
Perseo y Andrómeda se casaron y vivieron muchas aventuras juntos, pero la historia no terminó allí. Los dioses, conmovidos por su historia, inmortalizaron a Andrómeda en el cielo, transformándola en una constelación visible hasta hoy.
Así, Andrómeda pasó de ser un símbolo de sacrificio a uno de esperanza y amor eterno, brillando entre las estrellas como un recordatorio celestial de que incluso en los momentos más oscuros… puede surgir una luz que cambie nuestro destino.