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PEDRO MARTINEZ: La historia de Androcles y el león...

La historia de Androcles y el león

Hace mucho tiempo, en los días del Imperio Romano, vivía un esclavo llamado Androcles. Cansado del maltrato de su amo, un día decidió escapar. Huyó hacia el bosque, buscando refugio entre los árboles y la tranquilidad de la naturaleza.
Mientras andaba por el bosque, Androcles escuchó un rugido terrible. Asustado, se escondió detrás de unos arbustos… pero lo que vio lo dejó sin palabras: un enorme león se acercaba, cojeando y gimiendo de dolor. Aunque al principio tuvo miedo, Androcles notó que el león no tenía intención de atacarlo. El animal estaba herido.
Con mucho valor y compasión, Androcles se acercó y vio que el león tenía una gran espina clavada en una de sus patas. Sin pensarlo dos veces, le retiró la espina con cuidado y limpió la herida. El león, agradecido, lamió la mano del joven y desde entonces, se hicieron inseparables. Vivieron juntos un tiempo en la cueva, compartiendo comida y compañía.
Pero la suerte cambió. Unos soldados romanos encontraron a Androcles y lo arrestaron por haber huido. Como castigo, fue condenado a morir en el coliseo, enfrentado a una bestia salvaje como espectáculo para el público.
El día de su ejecución, el coliseo estaba lleno. El público rugía de emoción. Se abrió la puerta… y un león enorme salió rugiendo hacia el centro de la arena.
Pero algo inesperado ocurrió.
El león, en lugar de atacar, corrió hacia Androcles… y lo reconoció. Era su viejo amigo. Se acercó, le lamió la mano y se acostó a sus pies como un fiel perro.
El público quedó asombrado. El emperador, al presenciar tal muestra de gratitud, perdonó la vida de Androcles y dejó en libertad a ambos, hombre y león.
Moraleja: La gratitud es una virtud poderosa, incluso entre las criaturas más temidas. Un acto de bondad puede abrir el corazón hasta del más feroz de los seres.