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PEDRO MARTINEZ: LOS CONEJOS Y EL CAZADOR...

LOS CONEJOS Y EL CAZADOR

Había una vez un hombre que se ganaba la vida cazando conejos. Una mañana, en la que lucía un sol espléndido, se dirigió al bosque para iniciar otro día de labor esperando conseguir unos buenos ejemplares. Al llegar a una zona frondosa, se dijo a sí mismo:
–Por aquí suelen aparecer los conejos. Me ocultaré a la espera de que asomen.
Al cabo de un rato, se movieron las matas, el cazador templó el arco y la flecha salió disparada para incrustarse en el cuerpo de un conejo juguetón.
– ¡Enemigo a la vista! ¡Todos a sus casas!– gritaron los otros conejos, alejándose del lugar corriendo para refugiarse en sus madrigueras.
Y sucedió que, pasaron los minutos y, olvidando el peligro, el miedo y la prudencia, los conejos volvieron a salir a retozar alegremente.
En ese momento, el ducho cazador, que había esperado pacientemente porque conocía las costumbres de estos animales, los fue liquidando uno a uno.
Esta historia nos enseña que de nada sirve la ciencia si no gobierna la prudencia. Es imprescindible actuar, en ocasiones, con cautela y templanza para evitar males mayores.