Eliseo y el espejo mágico
En un espeso bosque lleno de misterio, vivía un duende travieso llamado Eliseo. Su risa resonaba entre los árboles mientras se dedicaba a confundir a los viajeros, haciéndolos caminar en círculos interminables. Disfrutaba de sus gritos de frustración y de ver cómo se perdían entre los senderos enredados. Pero un día, un grupo de hadas decidieron enseñarle una lección.
Las hadas, con su magia brillante, colocaron un espejo en el corazón del bosque. Cuando Eliseo se acercó, curioso, quedó sorprendido al ver su reflejo. En lugar de su traviesa sonrisa, vio la angustia y desesperación de los viajeros que había atormentado. Cada lágrima y cada gesto de frustración se reflejaban en el cristal, mostrando todo el daño que había causado.
Conmovido por la tristeza que vio en el espejo, Eliseo sintió un cambio en su corazón. Comprendió que su diversión a expensas de otros no era un juego, sino una crueldad. Desde ese día, el duende se transformó. En lugar de perder a los viajeros, los guiaba con amabilidad, ayudándoles a encontrar el camino. Las hadas sonrieron, sabiendo que habían enseñado a Eliseo una valiosa lección sobre la empatía y la bondad.
En un espeso bosque lleno de misterio, vivía un duende travieso llamado Eliseo. Su risa resonaba entre los árboles mientras se dedicaba a confundir a los viajeros, haciéndolos caminar en círculos interminables. Disfrutaba de sus gritos de frustración y de ver cómo se perdían entre los senderos enredados. Pero un día, un grupo de hadas decidieron enseñarle una lección.
Las hadas, con su magia brillante, colocaron un espejo en el corazón del bosque. Cuando Eliseo se acercó, curioso, quedó sorprendido al ver su reflejo. En lugar de su traviesa sonrisa, vio la angustia y desesperación de los viajeros que había atormentado. Cada lágrima y cada gesto de frustración se reflejaban en el cristal, mostrando todo el daño que había causado.
Conmovido por la tristeza que vio en el espejo, Eliseo sintió un cambio en su corazón. Comprendió que su diversión a expensas de otros no era un juego, sino una crueldad. Desde ese día, el duende se transformó. En lugar de perder a los viajeros, los guiaba con amabilidad, ayudándoles a encontrar el camino. Las hadas sonrieron, sabiendo que habían enseñado a Eliseo una valiosa lección sobre la empatía y la bondad.