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PEDRO MARTINEZ: Charly la marmota...

Charly la marmota

En un frondoso bosque lleno de vida, vivía Charly, una marmota pequeña y curiosa, junto con su familia. Las marmotas eran felices en su rincón del bosque. Su rutina diaria consistía en recolectar los restos de alimentos que otros animales dejaban caer. Las frutas mordisqueadas por los monos, las semillas que las aves no lograban consumir y los pedacitos que caían de los árboles eran su sustento. A pesar de no trabajar demasiado para conseguir comida, siempre tenían suficiente.
Un día, mientras amanecía en el bosque, Charly y su familia salieron en busca de su alimento habitual. Pero, para su sorpresa, no encontraron nada. Los árboles parecían vacíos, el suelo estaba limpio, y no había restos que recolectar. Preocupados, las marmotas buscaron por todo el bosque, pero la situación era la misma en todas partes.
Desesperados, decidieron pedir ayuda a su amigo el búho sabio, que vivía en la copa de un gran árbol. Cuando lo encontraron, el búho les explicó:
—Este año la temporada de calor ha sido especialmente intensa. Ha reducido la cantidad de frutas, semillas y hojas en el bosque. Por eso, no hay restos que otros animales puedan dejar.
La familia de Charly se miró, alarmada. Nunca antes habían enfrentado un problema así. Ellos no sabían trepar árboles ni buscar comida por sí mismos. Estaban acostumbrados a vivir de lo que los demás dejaban atrás.
Pero Charly, siendo el más joven y soñador de la familia, propuso algo inesperado:
— ¡Podemos aprender! Si otros animales pueden trepar árboles o buscar comida, nosotros también podemos intentarlo.
Al principio, la familia se mostró insegura, pero al no tener otra opción, aceptaron intentarlo. Con la ayuda del búho, aprendieron poco a poco. Las ardillas les enseñaron a trepar ramas bajas, los monos les mostraron cómo alcanzar frutas maduras y las aves les revelaron secretos para encontrar semillas escondidas en la tierra.
El proceso no fue fácil. Hubo caídas, raspaduras y muchos intentos fallidos, pero Charly y su familia no se dieron por vencidos. Con el tiempo, no solo aprendieron a buscar su propio alimento, sino que también descubrieron que podían recolectar más de lo necesario para compartir con otros animales que estuvieran en dificultades.
Cuando la temporada de calor terminó y el bosque comenzó a llenarse nuevamente de frutos, Charly y su familia ya no dependían de lo que los demás dejaban. Habían aprendido a ser autosuficientes, y ahora podían disfrutar del bosque de una forma diferente, con gratitud y confianza en sus nuevas habilidades.