Compramos energía a futuro

PEDRO MARTINEZ: Soy María. Tengo 78 años y estoy en la calle. Nunca...

Soy María. Tengo 78 años y estoy en la calle. Nunca pensé que llegaría a esto.
Las noches son frías, y el cartón en el que me siento apenas amortigua la dureza del pavimento. Mi viejo abrigo, lleno de parches y con el olor de los años acumulado, apenas logra abrigarme. A veces pienso en mi casa, aquella que vendí para ayudar a mis hijos. Nunca volví a verla, ni a ellos.
Cada día camino con mi bastón, buscando algún rincón donde el viento no me alcance. Mis piernas, que antes bailaban al ritmo de los valses, ahora tiemblan por la falta de alimento. Me pregunto si ellos, mis hijos, piensan en mí.
Anoche, mientras me acurrucaba bajo un puente, una joven se acercó y me dio una manta. "Tómela, abuela", me dijo con una sonrisa. No pude evitar llorar. No era la manta, sino el gesto. Me hizo recordar que, en este mundo de indiferencia, aún hay personas con corazón.
Hoy, al pasar por una vidriera, vi mi reflejo. Apenas me reconocí. ¿Quién era esa mujer de ojos apagados y cabello blanco como la nieve? Era yo, María, la abuela olvidada.
Pero no culpo a nadie. Quizás fui yo quien se equivocó, quien no supo guardar algo para sí misma. Ahora, mi única compañía son los recuerdos y la esperanza de que, algún día, alguien me diga mi nombre con cariño otra vez.