Verás en mis gestos que me he hecho mayor.
Mayor, que no tiene nada que ver con vieja, porque ya quisieran muchos, con menos años, tener mis ganas de vivir.
Y es que me he hecho lo suficientemente mayor, como para saber, que hay guerras que se ganan abandonándolas, e infinitos que duran lo que dura un otoño.
Tengo los años bastantes, como para saber, que siempre seré una niña cuando algo me ilusione, me atrape, y me llene de pasión.
Soy tan tan mayor, que se me han escurrido las ganas de discutir por tonterías, por el desagüe de la indiferencia, y se me han llenado los pulmones del aire reivindicativo de todas las protestas justificadas. Que no son ni una, ni dos, las veces que pequé de pesimista, insolente o caprichosa, antes de darme cuenta de lo inmensamente agradecida que tenía que estar a la vida.
Es cierto, soy tan mayor que me equivoco mucho, incluso más a menudo que antes, pero ahora sé rectificar, pedir disculpas, y lo más importante, perdonarme.
Y es que me he hecho mayor; mayor como para saber querer a los míos sobre todas las cosas, y sobre todo quererme a mí misma.
Mayor, que no tiene nada que ver con vieja, porque ya quisieran muchos, con menos años, tener mis ganas de vivir.
Y es que me he hecho lo suficientemente mayor, como para saber, que hay guerras que se ganan abandonándolas, e infinitos que duran lo que dura un otoño.
Tengo los años bastantes, como para saber, que siempre seré una niña cuando algo me ilusione, me atrape, y me llene de pasión.
Soy tan tan mayor, que se me han escurrido las ganas de discutir por tonterías, por el desagüe de la indiferencia, y se me han llenado los pulmones del aire reivindicativo de todas las protestas justificadas. Que no son ni una, ni dos, las veces que pequé de pesimista, insolente o caprichosa, antes de darme cuenta de lo inmensamente agradecida que tenía que estar a la vida.
Es cierto, soy tan mayor que me equivoco mucho, incluso más a menudo que antes, pero ahora sé rectificar, pedir disculpas, y lo más importante, perdonarme.
Y es que me he hecho mayor; mayor como para saber querer a los míos sobre todas las cosas, y sobre todo quererme a mí misma.