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PEDRO MARTINEZ: APEGO A LAS ROSAS...

APEGO A LAS ROSAS

Había una vez dos amigos que tenían una gran tendencia hacia la mística. Con el paso de los años, cada uno de ellos consiguió adquirir una pequeña parcela de terreno donde poder retirarse a meditar tranquilamente el resto de su vida. El primer amigo tuvo la idea de plantar un rosal y tener rosas, pero enseguida rechazó este propósito, pensando que las rosas le originarían apego y terminarían por encadenarlo, algo que él no deseaba, pues su mente debía estar libre para la meditación. El segundo, curiosamente, tuvo la misma idea pero él sí plantó el rosal. Transcurrido el tiempo, el rosal floreció y el hombre que lo poseía disfrutó del olor y la belleza de las rosas, meditó a través de ellas y así elevó su espíritu y se sintió unificado con la madre naturaleza. Las rosas le ayudaron a crecer interiormente, a despertar su sensibilidad y, sin embargo, nunca se apegó a ellas.
El otro amigo, en cambio, empezó a echar de menos el rosal y las hermosas rosas que hubiera podido tener para deleitar su vista y su olfato. Y así se apegó a las rosas de su mente y, a diferencia de su amigo, creó ataduras.
Esto nos enseña que, para ser libres, tenemos que renunciar al sentido de posesividad pero también a la ignorancia.