PEDRO MARTINEZ: LA CUEVA Y EL SOL...

LA CUEVA Y EL SOL

La cueva oyó un día una voz que le decía: “Sal a la luz. Ven y contempla el brillo del sol.”.
La cueva respondió: “No sé lo que dices, yo soy todo oscuridad”.
Después de muchas invitaciones, la cueva se aventuró, salió y se sorprendió al ver tanta luz por todas partes.
La cueva miró al sol y le dijo: “Ven conmigo y contempla mi oscuridad”.
El sol aceptó y entró en la cueva.
Ahora, le dijo el sol, enséñame tu oscuridad, pero ya no había oscuridad, todo era luz.
Los psicólogos dicen que las personas que viven en Alaska y en los países nórdicos durante los días de prolongada oscuridad tienden más a sentirse deprimidos que las personas que viven más al sur.
Le llaman Desorden Afectivo de Temporada. Un tratamiento que dicen da resultados positivos es sentarse bajo una bombilla de luz natural durante un rato cada día.
El tratamiento también sirve para las personas que se deprimen en la larga oscuridad de los días de invierno.
Necesitamos la luz para sentirnos más vivos y más enérgicos.
Me contaba un dominico que cuando el filósofo Unamuno visitaba el claustro de San Esteban de Salamanca se dirigía al pozo, metía la cabeza en el brocal y gritaba: Luz. Luz. Quiero ver.
Unamuno no era ciego, pero quería ver lo que sus ojos no le permitían ver, quería tener la certeza de que existía otra luz además de la luz del sol.


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