PEDRO MARTINEZ: Cuando era niña en mi casa no sobraba nada. Éramos...

Cuando era niña en mi casa no sobraba nada. Éramos muy humildes, en una zona aledaña de la Capital. Mi mamá trabajaba de maestra, y mi papá en una fábrica. Yo iba al colegio todos los días y los viernes mi mamá, con mucho esfuerzo, me daba unos pesos para que me compre un helado de palito (que se vendían dentro de la misma escuela) Yo sabía y apreciaba ese esfuerzo de mi mamá porque en mi casa más que sobrar, faltaba. Y eso hacía más valorable su gesto. Ese viernes fui al colegio, y en el recreo todos los chicos íbamos hasta una puerta del patio, de donde salía una señora que agarraba los pesitos de todos, cerraba la puerta, iba hasta una heladera de la cocina y traía los helados. Decenas de manos de niños agarrábamos los helados con ansias y salíamos corriendo a disfrutar del helado de palito. Pero ese viernes algo falló. Todas las manos agarraron su helado, pero yo me quedé sin helado. Mi timidez me paralizó y cuando la puerta de la señora se cerró sentí tristeza, no había sabido reclamar la falta. No supe. No pude. Al volver a casa mi mamá me preguntó, cómo todos los viernes: ¿Qué tal el helado? no tuve el valor de decirle la verdad. Le dije: “Me encantó, muy rico. Gracias Mamá” No pude reconocer mi fracaso. Que el esfuerzo de ella en darme esos pesos había sido en vano.
Hoy mi mamá está muy viejita, nunca se enteró de mi episodio fallido de la puertita del colegio. Probablemente no recuerde bien lo que pasaba los viernes de aquellos años. Pero cada vez que mi mamá en la actualidad me dice: “Qué lindo el dibujo que hiciste”, “Me lo comentó una amiga”, “Te vi en la tele” o “Me gustó tu último libro ” siento que de alguna manera le estoy “devolviendo el helado”. Compensando mi falla, mi timidez, mi impotencia, mi fracaso hacia una madre que juntaba sus últimos pesos para que su hijo tuviera su alegría de los viernes. Por eso ahora, ya grandes, cuando ella me elogia un dibujo, mi cabeza vuelve al pasado, a los viernes, y pienso (sin que ella lo sepa)… GRACIAS, MAMÁ, FUE EL MÁS RICO DE TODOS LOS HELADOS.