PEDRO MARTINEZ: LA PROMESA...

LA PROMESA

Esa mañana como todos los días antes de salir de mi casa, me despedí de mi esposa con un beso y un " Te amo " ella sabía perfectamente que ese día yo dirigiría mis pasos a otro lugar, pero eso no le preocupaba en lo más mínimo. Me comprendía y conocía toda la historia.

Pasé a la florería y compré un ramo de rosas blancas, una veladora y me dirigí al panteón.

Caminé por el pasillo rodeado de tumbas, hasta llegar a una en especial. Dos Ángeles colocados en cada esquina parecían custodiar el descanso eterno de quien estaba sepultado ahí..

- Aquí estoy nuevamente como cada año. Acomodé las rosas en un florero y batallé para encender la veladora, el viento que soplaba era triste.

Como olvidar el día que comenzó todo.

Aquella tarde las clases me parecieron eternas, mi mente estaba muy ausente de la explicación geométrica que impartía la docente, recargado en mi pupitre empecé a juguetear con el lápiz mientras veía con insistencia el reloj de la pared, en ese momento yo sentí que los minutos corrían con gran lentitud. Finalmente el timbre de la escuela resonó con fuerza, así que de inmediato tomé mis libros, los acomodé en mi mochila de cuero y dejé en orden mi lugar, me urgía salir de inmediato del salón, sabía que ella me esperaba como todos los días, quería volver mirarme a través de sus ojos color verde olivo; estaba a punto de llegar a la puerta cuándo la voz de la maestra se escuchó a mis espaldas.

¡Josué! Espera un poco, necesito hablar contigo.

De mala gana regresé al escritorio mientras veía las muestras de burla de mis compañeros que se retiraban hacia la salida.

Ya que estuvimos solos la maestra empezó explicarme el motivo de mi retención.

- Últimamente has tenido una baja en tu rendimiento escolar, me extraña de ti, siempre habías sido muy cumplido con tus estudios y ahora te estas resagando ¿te ocurre algo?

Yo baje la mirada y en mi mente apareció el rostro de esa hermosa niña. Como decirle que había alguien que estaba ocupando un importante espacio en mis pensamientos.

- No maestra, no pasa nada, le doy mi palabra que me voy a poner al corriente, necesito irme, tengo un asunto importantísimo que tratar.

- Esta bien vete, aunque no entiendo que puede ser tan importante para un niño de once años.

Sin pensarlo mucho salí a la carrera, pero al llegar a la esquina ella ya no estaba, el enojo se apoderó de mi, esta era mi oportunidad para declararle lo que sentía por ella, ahora se había ido

Estaba a punto de alejarme de la esquina cuando escuché una voz que me llamaba por mi nombre y una simpática niña se acercó hasta donde yo estaba parado y me saludó.

¡Hola!.. Yo soy amiga de Fatima, ¿tu eres Josué, supongo?

¡Si soy yo! exclamé

La niña abrió su mochila con la curiosa figura de hello kitti y empezó a buscar en sus libretas.

-Por aquí la deje -decía- aquí está, finalmente la encontré, expresó con júbilo

-Toma, mi amiga me dejó este recado para ti, dice que no pudo esperarte.

- ¡Gracias! respondí. La mensajera se alejó y yo extendí el papel y empecé a leer su contenido.

" Josué, estuve esperándote como siempre, como vi que no llegabas le pedí a mi amiga que te entregara este papel, sabes, me gustaría estar platicando contigo está noche, contemplar las estrellas, si gustas venir a verme, te espero afuera de mi casa a las ocho.

Una emoción muy grande iluminó mi ser, era mi primer cita amorosa con la niña que me gustaba, que más podía esperar.

Esa tarde me prepare lo mejor que pude, contaba las horas para la cita acordada, mi emoción. estaba al máximo, finalmente llegó la hora programada, caminé rumbo a su casa y cuando llegué me planté afuera. Después de algunos minutos vi que la puerta del zaguán empezó a abrirse y ella salió, se veía radiante con su suéter de colores y su short de mezclilla azul. Ambos teníamos la misma edad y nos atraíamos

- Hola que bueno que si pudiste, venir- me dijo- ven vamos a platicar sentados sobre la banqueta.

Esa noche fue inolvidable, hablamos de mil cosas, reímos, nos tomamos de la mano y nos dimos nuestro primer beso, cerca de las diez de la noche ella se despidió.

- Quiero que esto que pasamos hoy no se olvide nunca.

Yo jamas olvido mis promesas, le dije

- Así pasaron varios meses nos veíamos afuera de su casa, pero de repente pude notar algo inusual en ella, empecé a verla muy decaída a veces demasiado pálida, ella me decía que estaba un poco enferma pero no era de gravedad, pero después empezó a faltar al colegio de manera constante, entonces fue que empecé a preocuparme. Ella siempre me decía que estaba bien, aunque yo en el fondo sabía que no era así. La última noche que nos vimos ella miro al firmamento y soltó una lágrima.

- ¡Josué!, si algún día me voy y no regresó, quiero pedirte que me recuerdes siempre, si llegase a morir quiero que me lleves rosas blancas como recuerdo del primer besó que nos dimos esa noche llena de estrellas.

Sus palabras fueron tan tristes que llore y le respondí suavemente.

-Es una promesa, pero por favor no me digas eso

Ella sólo sonrió y me dijo "no te preocupes todo estará bien. Quizá en ese momento, por mi corta edad, no comprendí bien que estaba ocurriendo.

Al otro día no se presentó en la escuela ni los días posteriores tampoco, iba a su casa tocaba la puerta pero nadie salia, parecía que estaba deshabitada, pregunte a sus amigas y no decían nada, así pasó un mes hasta que finalmente vi a la mamá de Fátima en la escuela, al principio no lo noté pero su semblante reflejaba mucha tristeza

- ¡Disculpe! - me acerqué a ella y le pregunté- ¿porque no ha venido Fátima a la escuela?- La mujer me miro con gran pesar y exclamó - se que esto te va a doler pero es mejor que lo sepas.

Un frío recorrió por mi cuerpo ante las palabras de la señora

- ¡Mi hija murió hace una semana!

Padecía leucemia desde hacía un año, ella te quiso mucho por eso deseaba pasar el mayor tiempo contigo, cuando me dijo que tu ibas a verla en las noches no me opuse, esos días eran cuándo se veía más feliz, pero su enfermedad se complicó y la llevamos a un hospital privado, antes de irse me pidió que te dijera que recordarás tu promesa y que se iba feliz por todos los momentos que pasó a tu lado.

Desde que recibí esa noticia han pasado casi treinta años y aquí estoy como te lo prometí, aunque me case y amo a mi esposa, en mi corazón siempre guardo un lugar especial para ti.