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PEDRO MARTINEZ: ‘ Las criptas de Kaua... una leyenda maya...

‘ Las criptas de Kaua... una leyenda maya

Hace mucho tiempo, durante el reinado de Chichén, vivía un cacique llamado H’Kinxoc. Tenía una hermosa hija de la que todos los jóvenes vivían enamorados. Ella se llamaba Oyomal, y era una muchacha muy bella, tímida y con alegres y soñadores ojos oscuros.

Entre todos los pretendientes, destacaban dos hermanos: Ac y Cay. Querían tanto a esta joven, que los dos príncipes comenzaron a odiarse y a competir por el amor de la muchacha.

Al principio, Oyomal no se decantó por ninguno. Pero poco a poco comenzó a enamorarse de los versos que Cay le dedicaba cada día. Yacunah, la diosa del amor, ayudó a la pareja y tejió entre ellos un amor más fuerte.

El hermano de Cay, Ac, mandó a sus guerreros para detenerle, y llegaron justo en el momento en el Cay juraba amor eterno a su joven enamorada.

La lucha fue terrible pero Cay fue finalmente apresado. Le llevaron hasta una profunda cripta y a ella, a Oyomal, a otra cámara cercana.

Entre ambos había poca distancia y Cay seguía susurrándole versos de amor a diario. Por su parte, el cacique, padre de la chica, también fue encerrado en el santuario de Mutul.

Cay todos los días preguntaba a su amada:

– ¿Me quieres? A lo que ella respondía:

– Como las plantas al rocío de los cielos, como las aves al primer rayo de sol matinal.

Cay, desesperado, comenzó a cavar con sus propias manos un túnel que le pudiera llevar hasta la celda de su amada, y lo logró. Pero justo en el momento en que entrelazaron sus manos y él preguntó una vez más: – “ ¿Me quieres?”, llegaron los guerreros de Ac.

La pareja decidió huir entonces por el túnel que Cay había excavado, pero los guerreros les apresaron y les dieron muerte allí mismo.

Cuentan que desde entonces, quien entra en las profundidades de las criptas de Kaua en días de viento, puede escuchar con claridad las voces de una mujer y un hombre que dicen, una y otra vez:

– ¿Me quieres?

– Como las plantas al rocío de los cielos, como las aves al primer rayo de sol matinal.

Son las voces de Cay y de Oyomal que aún se siguen amando.