El acto de escuchar exige humildad de quien escucha.
Y la humildad está en eso: saber, no con la cabeza, sino con el corazón, que es posible que el otro vea mundos que nosotros no vemos.
Y la humildad está en eso: saber, no con la cabeza, sino con el corazón, que es posible que el otro vea mundos que nosotros no vemos.