¿ESTAMOS EN EL GRAN CAÑON DE AMERICA? NOOO! ES NUESTRA TIERRA QUE LA DESCONOCEMOS... MIRAD LA FOTO..
EL #DESIERTODELOSCOLORAOS ES UNO DE LOS GRANDES SECRETOS DE LA PROVINCIA DE #GRANADA.
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El Desierto de Los Coloraos de Gorafe.
Hay otros mundos, pero están en éste.
Todos conocemos la famosa cita de Paul Èluard, pero no siempre se encuentran rincones donde la expresión cobre todo su sentido. Y eso es precisamente lo que ofrece Los Coloraos de Gorafe: otro mundo.
El Desierto de Los Coloraos se encuentran repartido entre los municipios granadinos de Gorafe y Villanueva de las Torres, lindando con el Embalse de Negratín. Se trata de una espectacular zona semidesértica formada por la erosión del agua, que ha creado un paisaje de ramblas, cañones y cárcavas.
Con vistas que recuerdan al Gran Cañón, su belleza desnuda e impresionante es uno de los grandes secretos de la Provincia de Granada. Rodeado además de otros puntos interesantísimos (no dejes de leer La zona de Gorafe para ver todo lo que puedes encontrar), merece pasar al menos un fin de semana descubriéndolos.
Nada hace sospechar la majestuosidad y profundidad de las ramblas y cárcavas que esconde. Porque para acceder hasta ellas, no sólo hay que adentrarse por pistas de tierra que quedan lejos de las miradas de carreteras y autovías; hay que bajar también a su nivel.
Los Coloraos es un inframundo, un descenso que obliga continuamente a alzar la vista hacia los altísimos cortados, las chimeneas de hadas y las laderas sinuosas que recogen la tierra desprendida por la erosión.
Los tonos rojizos que le dan nombre, se mezclan con líneas blanquecinas y ocres en unos depósitos forjados en millones de años, capa sobre capa. Desgastados por la acción del agua y la propia debilidad de las tierras, el resultado es una zona escondida de una belleza sobrecogedora.
desierto de los coloraos Geoparque
Desde lo alto no se aprecia las dimensiones de los cortados. Hay que bajar a lo más profundo de los barrancos.
Un espacio que obliga a andar.
Aunque para llegar hasta este paraje sea necesario un 4x4 o bicicleta de montaña, para conocerlo es indispensable el andar. Su gran extensión hace imposible recorrerlo a pie en un solo día; pero no hay forma mejor de hacerlo.
Desde las pistas de tierra que lo atraviesan, se encuentran decenas de cañadas y lenguas de tierra que se adentran entre las paredes y formaciones. No hay que dejarse abrumar por el aspecto laberíntico; lo mejor es escoger una e ir avanzando siguiendo las estrechísimas ramblas y avenidas que forman los cauces estacionales del agua. Andar a contracorriente superando caídas de nivel, ayudándose a veces con las manos para poder subir.
Hay que mancharse y pelearse con la tierra, encajonado en torrenteras, que ofrecen mil perspectivas y vistas conforme las ramblas se encañonan. Es la única forma de ver en toda su dimensión la grandiosidad de este paisaje. Y además conforme los cauces secos se vuelven más abruptos y se embarrancan, se encuentran nuevas sorpresas: cuevas, pasos bajo arcos y cascadas secas que a veces obligan a trepar un par de metros.
Pero el asombro ante los cambios de color de la tierra, la visión de las paredes cortadas, es un espectáculo que merece la pena contemplar por muy polvoriento que uno acabe.
El Desierto de Los Coloraos bajo el agua.
Paradójicamente, el origen de Los Colorados está en un enorme lago de agua dulce que ocupaba buena parte de la actual Provincia de Granada. Desde Guadix hasta las tierras de Huéscar y Puebla de Don Fadrique, en el norte.
Este espacio, futuro Geoparque de Granada, era el fondo de ese mar interior que existió durante 4 millones de años. Finalmente debido al movimiento de tierras, el agua acabó encontrando una salida natural hacia el Valle del Guadalquivir; y desde entonces, los cauces de ríos y torrentes han ido erosionando las laderas hasta formar una gran extensión de baldíos (bad lands del Altiplano).
Y sin duda, de toda esta gran zona semidesértica, Los Coloraos es de lo más espectacular.
Los colores del desierto.
Los Coloraos recibe su nombre por los tonos rojizos que predominan en la tierra. Pero 4 millones de años dan para mucho, y distintos estratos crean tonalidades diferentes según los sedimentos acumulados.
Las tierras arcillosas dan una paleta desde los ocres a los rojizos, que incluso en algunas partes se vuelven azulados con la luz del atardecer. Las margas destacan como vetas blanquecinas, y los cristales de yeso provocan destellos en algunas laderas; llegan incluso a estar presentes en grandes formaciones, incrustados en las paredes.
Merece la pena madrugar o esperar al atardecer, para ver cómo la luz tan especial de estos momentos del día crea un espectáculo cambiante de colores y sombras.
EL #DESIERTODELOSCOLORAOS ES UNO DE LOS GRANDES SECRETOS DE LA PROVINCIA DE #GRANADA.
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El Desierto de Los Coloraos de Gorafe.
Hay otros mundos, pero están en éste.
Todos conocemos la famosa cita de Paul Èluard, pero no siempre se encuentran rincones donde la expresión cobre todo su sentido. Y eso es precisamente lo que ofrece Los Coloraos de Gorafe: otro mundo.
El Desierto de Los Coloraos se encuentran repartido entre los municipios granadinos de Gorafe y Villanueva de las Torres, lindando con el Embalse de Negratín. Se trata de una espectacular zona semidesértica formada por la erosión del agua, que ha creado un paisaje de ramblas, cañones y cárcavas.
Con vistas que recuerdan al Gran Cañón, su belleza desnuda e impresionante es uno de los grandes secretos de la Provincia de Granada. Rodeado además de otros puntos interesantísimos (no dejes de leer La zona de Gorafe para ver todo lo que puedes encontrar), merece pasar al menos un fin de semana descubriéndolos.
Nada hace sospechar la majestuosidad y profundidad de las ramblas y cárcavas que esconde. Porque para acceder hasta ellas, no sólo hay que adentrarse por pistas de tierra que quedan lejos de las miradas de carreteras y autovías; hay que bajar también a su nivel.
Los Coloraos es un inframundo, un descenso que obliga continuamente a alzar la vista hacia los altísimos cortados, las chimeneas de hadas y las laderas sinuosas que recogen la tierra desprendida por la erosión.
Los tonos rojizos que le dan nombre, se mezclan con líneas blanquecinas y ocres en unos depósitos forjados en millones de años, capa sobre capa. Desgastados por la acción del agua y la propia debilidad de las tierras, el resultado es una zona escondida de una belleza sobrecogedora.
desierto de los coloraos Geoparque
Desde lo alto no se aprecia las dimensiones de los cortados. Hay que bajar a lo más profundo de los barrancos.
Un espacio que obliga a andar.
Aunque para llegar hasta este paraje sea necesario un 4x4 o bicicleta de montaña, para conocerlo es indispensable el andar. Su gran extensión hace imposible recorrerlo a pie en un solo día; pero no hay forma mejor de hacerlo.
Desde las pistas de tierra que lo atraviesan, se encuentran decenas de cañadas y lenguas de tierra que se adentran entre las paredes y formaciones. No hay que dejarse abrumar por el aspecto laberíntico; lo mejor es escoger una e ir avanzando siguiendo las estrechísimas ramblas y avenidas que forman los cauces estacionales del agua. Andar a contracorriente superando caídas de nivel, ayudándose a veces con las manos para poder subir.
Hay que mancharse y pelearse con la tierra, encajonado en torrenteras, que ofrecen mil perspectivas y vistas conforme las ramblas se encañonan. Es la única forma de ver en toda su dimensión la grandiosidad de este paisaje. Y además conforme los cauces secos se vuelven más abruptos y se embarrancan, se encuentran nuevas sorpresas: cuevas, pasos bajo arcos y cascadas secas que a veces obligan a trepar un par de metros.
Pero el asombro ante los cambios de color de la tierra, la visión de las paredes cortadas, es un espectáculo que merece la pena contemplar por muy polvoriento que uno acabe.
El Desierto de Los Coloraos bajo el agua.
Paradójicamente, el origen de Los Colorados está en un enorme lago de agua dulce que ocupaba buena parte de la actual Provincia de Granada. Desde Guadix hasta las tierras de Huéscar y Puebla de Don Fadrique, en el norte.
Este espacio, futuro Geoparque de Granada, era el fondo de ese mar interior que existió durante 4 millones de años. Finalmente debido al movimiento de tierras, el agua acabó encontrando una salida natural hacia el Valle del Guadalquivir; y desde entonces, los cauces de ríos y torrentes han ido erosionando las laderas hasta formar una gran extensión de baldíos (bad lands del Altiplano).
Y sin duda, de toda esta gran zona semidesértica, Los Coloraos es de lo más espectacular.
Los colores del desierto.
Los Coloraos recibe su nombre por los tonos rojizos que predominan en la tierra. Pero 4 millones de años dan para mucho, y distintos estratos crean tonalidades diferentes según los sedimentos acumulados.
Las tierras arcillosas dan una paleta desde los ocres a los rojizos, que incluso en algunas partes se vuelven azulados con la luz del atardecer. Las margas destacan como vetas blanquecinas, y los cristales de yeso provocan destellos en algunas laderas; llegan incluso a estar presentes en grandes formaciones, incrustados en las paredes.
Merece la pena madrugar o esperar al atardecer, para ver cómo la luz tan especial de estos momentos del día crea un espectáculo cambiante de colores y sombras.