OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

PEDRO MARTINEZ: La leyenda de los amantes mariposa...

La leyenda de los amantes mariposa

Cuenta la leyenda que en la dinastía Jin Oriental (东晋, 317-420) vivía en un pueblo de Zhejiang una familia acomodada, conocida entre sus vecinos como los terratenientes Zhu. Los Zhu tenían una hija llamada Zhu Yingtai, diestra en las tareas domésticas y en el bordado, pero cuyo gran anhelo era estudiar como lo hacían los hombres de la época. En la China antigua a las mujeres no les estaba permitido estudiar fuera de la casa paterna. A los quince años, decidió intentar cumplir sus sueños y se disfrazó con atuendos masculinos para poder ir a la escuela.

Vestida de hombre, Yingtai fue a ver a su padre y ni siquiera este fue capaz de reconocer su verdadera identidad por lo que, satisfecha, le hizo saber cuál era su intención. Ante la insistencia de la joven, su padre no pudo negarse y acabó cediendo. Con mucha ilusión, Yingtai emprendió su viaje hacia la escuela. En el camino, el calor asfixiante la obligó a parar en un pabellón para descansar a la sombra. Allí coincidió con Liang Shanbo, un apuesto muchacho que también pretendía comenzar sus estudios. Ambos conversaron con entusiasmo y descubrieron que tenían mucho en común. Inmediatamente los dos jóvenes entablaron una estrecha amistad y decidieron jurarse lealtad, se hermanaron bajo el pabellón y prometieron ayudarse mutuamente para siempre.

Cuando Yingtai llegó a su casa, descubrió que su padre se había recuperado. Este la había comprometido con un noble llamado Ma Wencai y Yingtai, apenada, no pudo sino acatar sus órdenes. Por su parte, Shanbo se concentró tanto en sus estudios que olvidó su promesa. No fue hasta cierto tiempo después, cuando recibió el abanico de Yingtai, que descubrió la realidad. Alterado, salió de la escuela y se dirigió al pueblo de los Zhu. Una vez allí, no encontró al chico con el que había vivido numerosas aventuras en el pasado, sino a una preciosa muchacha ataviada con un delicado vestido de terciopelo rojo y mangas turquesas, que sujetaba con sutil delicadeza un precioso abanico. La mirada de la hermosa joven escondía una profunda tristeza que le oprimía el corazón y que la llevó de repente a romper a llorar desconsoladamente mientras se lamentaba: “ ¿Por qué has tardado tanto? ¡Mi padre ya le ha entregado mi mano a la familia Ma!” Shanbo recibió la noticia como un puñal en el corazón, se maldijo a sí mismo por su error y, acto seguido, ambos se fundieron en un cálido abrazo. Al igual que años atrás se habían jurado amistad, en esta ocasión, entre sollozos, juraron que nadie sería capaz de destruir el amor que se profesaban, permanecerían juntos para la eternidad. Sin embargo, sus lamentos acabaron llamando la atención del padre de Yingtai que se acercó encolerizado, los separó violentamente y expulsó a Shanbo de su hogar.

Cuando pudo leer el epitafio del sepulcro, notó cómo las escasas ganas de vivir que le quedaban se le escapaban con las lágrimas que empezaban a empañarle la mirada y se dejó caer sobre el suelo, rendida, susurrando el nombre de aquel al que había jurado amor eterno. De repente, comenzó a tronar y el cielo descargó un enorme torrente de agua que hizo que todos los asistentes corrieran a refugiarse mientras miraban atónitos y desde la distancia cómo sobre la tumba se abría un agujero y cómo la novia se precipitaba hacia su interior. Cuando esta hubo desaparecido, la lluvia amainó, el cielo se despejó y los rayos del sol proyectaron un bonito arco iris sobre el campo mojado. De repente, dos mariposas gigantes emergieron de la tumba y comenzaron a alzarse hacia el cielo. Alegres, revoloteaban la una alrededor de la otra. En sus interiores moraban las almas de Liang Shanbo y Zhu Yingtai, los amantes mariposa que se perdieron volando por el horizonte, donde nunca más volvieron a separarse.