EGUNDA PARTE
Como afirma Joaquín, los remedios franquistas para la agricultura andaluza no eran la reforma agraria y los agricultores que compraron una parcela tuvieron que soportar no sólo el pago de esta sino otros gastos. Por el testimonio de Líndez vemos que el secretario del ayuntamiento y el individuo que vendía abonos fueron protagonistas de este hecho, y se deduce el interés que estas personas tuvieron.
El secretario del Ayuntamiento era un personaje que varios testigos presentan como un especulador que aprovechó el cargo público para enriquecerse. Pero Manolo, 5, considera, que, en aquellas circunstancias, el modo de hacer de su patrón no fue negativo para la mayoría del pueblo.
Pero la realidad es que a través de un inmoral patronaje aún tenía más atada a la gente, que además debía estarle agradecida. Al parecer, finalmente, se puso en su contra al resto de ricos del pueblo, probablemente por la competencia que les hacía y el poder que acumulaba.
La casa y la calle: espacio privado y público
Antes de dejar Pedro Martínez acompañando nuestros y nuestras protagonistas veremos cómo eran sus casas y qué significaban para ellos, porque la casa tendrá una importancia capital en la decisión de emigrar. No tener una casa en propiedad unido a la pobreza de la vivienda, con carencias fundamentales, son hechos que facilitarán la decisión de marchar.
Esta realidad de viviendas pobres en el pueblo de origen también ayudará a comprender la aceptación de alojamientos sin ninguna condición en los nuevos lugares de asentamiento.
Paralelamente, comprobaremos la importancia de los proyectos familiares que se realizarán en torno a la casa. Así, en los nuevos lugares de residencia, ésta a se convertirá, de nuevo, en el problema más importante que aglutinará los esfuerzos y el trabajo de todo el círculo familiar.
Por esta razón, conocer las transformaciones que se producen en las viviendas, en las condiciones de vida y en cómo se organizan las familias, será de ayuda para captar mejor el proceso de asentamiento en el nuevo lugar, Cataluña.
“Antes los pobres vivíamos muy malamente, porque no teníamos habitaciones pa los hijos y pa las hijas. Teníamos que dormir todos en la misma habitación y casi en la misma cama. Ya hemos mejorao un poquito”
Estas palabras de María Jesús 6 sirven para resumir la evolución de la vida privada de las clases populares. A medida que aumenta el nivel de vida, cada miembro de la familia puede desarrollar su vida privada al abrigo de la mirada del próximo. Este hecho queda completamente ilustrado con la desaparición de la cama común, después, de la habitación común, para pasar a una distinta para padres e hijos, hasta llegar a tener una para los chicos y una habitación para las chicas.
Durante el siglo XX se produjeron dos hechos que cambiarán los espacios y la concepción de la vida privada: por un lado, el trabajo productivo sale de casa y se establece en lugares impersonales regidos por reglas jurídicas y convenios colectivos. Por otro, el individuo conquista en el seno de la familia, el espacio y el tiempo de una vida propia. En las familias burguesas se dispone de unos espacios mayores con delimitación de la vida privada de cada individuo, de tal forma que A. Prost afirma que tener una vida privada es un privilegio de clase. Poco a poco la clase trabajadora conquistará, también, este derecho a la intimidad. La especialización de los momentos y los lugares hace crecer el contraste entre la esfera pública y la privada y acentúa el carácter específico de cada una de ellas. Pero, a pesar de esta tendencia, que se va construyendo históricamente, no se puede separar radicalmente el espacio privado del público, sino que se produce una fuerte articulación entre las dos esferas.
En el Pedro Martínez de los años 50 la ordenación de la vida privada y la pública se diferencia solamente en la lenta transformación del espacio interior de la casa que nos describía la María Jesús. Sin embargo, la casa sigue siendo el espacio privado de la familia, donde difícilmente se hace una vida privada individual pues es un espacio saturado con poca noción de intimidad. Es un lugar donde la vida privada de la mayoría se confunde con la de su familia.
El grupo familiar es una unidad hecha de la suma de los esfuerzos individuales. Esta unidad es evidente en el aspecto financiero, donde las mujeres de las familias obreras administran el dinero de la familia y donde la restricción de los gastos es el principal medio para equilibrar la economía familiar.
Además de la función económica, la familia realiza una función educativa, porque en última instancia – todavía niños y niñas van muy poco a la escuela- los padres serán vistos como los únicos responsables de la educación de sus hijos e hijas. También la familia realiza una función de protección al hacerse responsable del cuidado de las personas mayores. La situación económica obligaba, a menudo, a que dos generaciones compartieran la casa.
El oficio o el trabajo se aprende al lado del padre y de la madre, pero no en una relación meramente familiar, de orden privado, porque los aprendizajes y los valores se transmiten a partir de grupos más amplios. Así chicos y chicas aprenden las labores del campo cuando trabajan en patrullas, donde no siempre participa el padre o la madre, o las chicas aprenden a coser junto a una modista y rodeadas de otras chicas.
Como afirma Joaquín, los remedios franquistas para la agricultura andaluza no eran la reforma agraria y los agricultores que compraron una parcela tuvieron que soportar no sólo el pago de esta sino otros gastos. Por el testimonio de Líndez vemos que el secretario del ayuntamiento y el individuo que vendía abonos fueron protagonistas de este hecho, y se deduce el interés que estas personas tuvieron.
El secretario del Ayuntamiento era un personaje que varios testigos presentan como un especulador que aprovechó el cargo público para enriquecerse. Pero Manolo, 5, considera, que, en aquellas circunstancias, el modo de hacer de su patrón no fue negativo para la mayoría del pueblo.
Pero la realidad es que a través de un inmoral patronaje aún tenía más atada a la gente, que además debía estarle agradecida. Al parecer, finalmente, se puso en su contra al resto de ricos del pueblo, probablemente por la competencia que les hacía y el poder que acumulaba.
La casa y la calle: espacio privado y público
Antes de dejar Pedro Martínez acompañando nuestros y nuestras protagonistas veremos cómo eran sus casas y qué significaban para ellos, porque la casa tendrá una importancia capital en la decisión de emigrar. No tener una casa en propiedad unido a la pobreza de la vivienda, con carencias fundamentales, son hechos que facilitarán la decisión de marchar.
Esta realidad de viviendas pobres en el pueblo de origen también ayudará a comprender la aceptación de alojamientos sin ninguna condición en los nuevos lugares de asentamiento.
Paralelamente, comprobaremos la importancia de los proyectos familiares que se realizarán en torno a la casa. Así, en los nuevos lugares de residencia, ésta a se convertirá, de nuevo, en el problema más importante que aglutinará los esfuerzos y el trabajo de todo el círculo familiar.
Por esta razón, conocer las transformaciones que se producen en las viviendas, en las condiciones de vida y en cómo se organizan las familias, será de ayuda para captar mejor el proceso de asentamiento en el nuevo lugar, Cataluña.
“Antes los pobres vivíamos muy malamente, porque no teníamos habitaciones pa los hijos y pa las hijas. Teníamos que dormir todos en la misma habitación y casi en la misma cama. Ya hemos mejorao un poquito”
Estas palabras de María Jesús 6 sirven para resumir la evolución de la vida privada de las clases populares. A medida que aumenta el nivel de vida, cada miembro de la familia puede desarrollar su vida privada al abrigo de la mirada del próximo. Este hecho queda completamente ilustrado con la desaparición de la cama común, después, de la habitación común, para pasar a una distinta para padres e hijos, hasta llegar a tener una para los chicos y una habitación para las chicas.
Durante el siglo XX se produjeron dos hechos que cambiarán los espacios y la concepción de la vida privada: por un lado, el trabajo productivo sale de casa y se establece en lugares impersonales regidos por reglas jurídicas y convenios colectivos. Por otro, el individuo conquista en el seno de la familia, el espacio y el tiempo de una vida propia. En las familias burguesas se dispone de unos espacios mayores con delimitación de la vida privada de cada individuo, de tal forma que A. Prost afirma que tener una vida privada es un privilegio de clase. Poco a poco la clase trabajadora conquistará, también, este derecho a la intimidad. La especialización de los momentos y los lugares hace crecer el contraste entre la esfera pública y la privada y acentúa el carácter específico de cada una de ellas. Pero, a pesar de esta tendencia, que se va construyendo históricamente, no se puede separar radicalmente el espacio privado del público, sino que se produce una fuerte articulación entre las dos esferas.
En el Pedro Martínez de los años 50 la ordenación de la vida privada y la pública se diferencia solamente en la lenta transformación del espacio interior de la casa que nos describía la María Jesús. Sin embargo, la casa sigue siendo el espacio privado de la familia, donde difícilmente se hace una vida privada individual pues es un espacio saturado con poca noción de intimidad. Es un lugar donde la vida privada de la mayoría se confunde con la de su familia.
El grupo familiar es una unidad hecha de la suma de los esfuerzos individuales. Esta unidad es evidente en el aspecto financiero, donde las mujeres de las familias obreras administran el dinero de la familia y donde la restricción de los gastos es el principal medio para equilibrar la economía familiar.
Además de la función económica, la familia realiza una función educativa, porque en última instancia – todavía niños y niñas van muy poco a la escuela- los padres serán vistos como los únicos responsables de la educación de sus hijos e hijas. También la familia realiza una función de protección al hacerse responsable del cuidado de las personas mayores. La situación económica obligaba, a menudo, a que dos generaciones compartieran la casa.
El oficio o el trabajo se aprende al lado del padre y de la madre, pero no en una relación meramente familiar, de orden privado, porque los aprendizajes y los valores se transmiten a partir de grupos más amplios. Así chicos y chicas aprenden las labores del campo cuando trabajan en patrullas, donde no siempre participa el padre o la madre, o las chicas aprenden a coser junto a una modista y rodeadas de otras chicas.