PEDRO MARTINEZ: Los años 50 en Pedro Martínez (Segunda parte) PRIMERA...

Los años 50 en Pedro Martínez (Segunda parte) PRIMERA PARTE
La parcelación de La Caldera. 1950

Pedro Martínez, 1950. La comunidad continúa inmersa en los problemas y la miseria de la posguerra, pero la represión se ha mitigado paralelamente a los cambios internacionales y el hambre deja de ser la protagonista principal. Lo reconoce Ángeles 1, cuando confiesa “luego ya se fueron pasando los rencores, arreglando algunas cosas. Había más trabajo y fueron poniéndose las cosas en su sitio”.

Se producen pequeños cambios como la posibilidad de llevar a cabo la parcelación de la mayor finca del pueblo, con la actividad casi paralizada por voluntad de su propietaria. Pero son acciones destinadas a un determinado segmento social, la de los labradores, y sobre todo llevada a cabo por los administradores del municipio y, en general, en provecho de ellos mismos.

Al terminar la guerra la Caldera volvió a manos de la antigua dueña y como mandaba un decreto del mismo septiembre de 1936, “los colonos que las habían explotado en aparcería o arrendamiento debían ser repuestos”.

El Instituto Nacional de Colonización, creado en 1939, expropió algunas fincas arrendadas para explotarlas familiarmente. Su amortización corría a cargo de los propios colonos, que recibían los lotes en régimen de concesión administrativa. Estos no eran propietarios hasta haber pagado el valor inicial de la tierra y de la casa que habitaban con sus intereses correspondientes. Además, adquirían, otras obligaciones, como el de no dividir las parcelas, y el de cubrir los índices marcados de intensidad en los cultivos. Se configuraba así una relación de dependencia hacia la Administración.

Según J. Antonio Biescas y M. Tuñon de Lara en el periodo 1939-1952 se instalaron por el INC 27.498 colonos, que representaban el 0,56% de la población agraria de 1950, cifra que pone de manifiesto que esta política no tuvo mucha incidencia económica. Sin embargo, y a pesar de las muchas deficiencias, fue de las pocas cosas destacables de la política agraria franquista.
El Instituto expropió y parceló pocas fincas de secano y solamente en la década de los 40. Principalmente fincas que vendieron duques y duquesas.

La Caldera era una finca de secano donde se cultivaba cebada y trigo, pero su principal actividad era ganadera: se criaban cabras y ovejas. En los años cuarenta vivían unas cincuenta familias sin tierras propias. El administrador, Juan Romero, había logrado apoderarse de la propiedad de toda la hacienda e intentó venderla a familiares suyos sin éxito. Finalmente, el Instituto compró la finca y la dividió en 107 parcelas (de siete cuerdas cada una) correspondientes a las tierras de mejor calidad, y del resto hizo treinta y seis lotes. El sorteo para la adjudicación de la tierra se hizo el 28 de noviembre de 1949, en el local del cine Alarcón del Pedro Martínez. Las parcelas se pagaron a dos mil pesetas la cuerda y los lotes a mil pesetas [Juan Rodríguez Titos. Pedro Martínez. Campo y cielo. Granada 1999].

Finca de La Caldera

Pedro 2 era concejal del Ayuntamiento y desde esta institución municipal, fue un promotor de este proceso. Activó y realizó gestiones, primero con la dueña de la finca, después con el gobierno, hasta conseguir la parcelación de La Caldera.

“Se acabó la guerra y estaba la finca casi parada por capricho de la marquesa y de ellos. Y el Ayuntamiento de aquí Pedro Martínez, llamaron a Pepe Sierra que estaba de administrativo y lo mandaron a Madrid, diciendo que estaba mandado por el Ayuntamiento de Pedro Martínez y que tenía de poner la finca en marcha. Si no, que se la expropien porque está parada y no puede estar parada. Total, que ya la tía (la marquesa) se quebró algo”.

Después de algunas gestiones fracasadas, “yo y el Topino, ese que se libró de que el Número lo matara 3, le escribimos a Franco, diciendo que tenían… que había aquí una finca con veinticuatro labradores, con tanta extensión de tierra y que, en abandono, que vivían muy mal y que queríamos la reforma agraria y tal. ¡Fíjate como era aquella reforma agraria que a los siete días firmamos! Nos escribió la carta el maestro de escuela que se llamaba Don Manuel Álvarez. Y me lo echó en cara, dijo: – mirar yo soy maestro y yo con mi carrera, la he hecho para ganar dinero, así que por la carta os voy a cobrar dinero.
Al final no cobró na, pero: -no quiero que se sepa que yo escribo esta carta.
Total… y luego escribe la carta, la firmamos la echamos y a los siete días la contestación a mí. Vino la carta a mí.
Y ya Franco nos contestó que la finca la compraba el Instituto de Colonización y que nosotros compraríamos las parcelas al Instituto. Y así fue”.

“El hombre, pero con todo y estas… Él quitó el hambre del pueblo, porque tú te veías obligado a ir. Mira, me pasa, es que me pasa esto. Y te daba harina pa el hambre. Por una parte los perjudicó porque según qué clase la hizo pedazos, sobre todo a la clase de ganaderos, esa la arrasó. Pero luego el pueblo entero ¿sabe? Pues mira fue una ayuda muy grande porque en el pueblo repartieron una finca muy grande que le dicen La Caldera, la parcelaron y ya la gente si necesitabas simiente, le daba y le firmaba una letra y te daba simientes y si necesitabas abono, pues firmabas una letra y te daba abono. Y así iban viviendo. Y ya te digo todas las cosas hasta que por fin. Esto fue en el 46, 47 48 hasta el 50, hasta el 60, mejor dicho.
Esta familia ya no está en el pueblo, esa familia ya se puso malamente con todos los capitalistas del pueblo y tuvo que saltar.
Y ahora se encuentra en Madrid. Y no tiene ninguna propiedad en el pueblo, todas las que tenía las vendieron, se fue a la parte de Granada, no sé a qué pueblo se fue y dende allí pues yo no sé si estará jubilado, porque era un hombre ya bastante mayor ya ahora está en Madrid.
Allí él tenía muchos oficinistas, tenía mucha gente pa que le hicieran, tenía los encargados pa el ganao, encargados para la labor, tenía sí tenía mucha gente trabajando pa él”.

Joaquín 4también recuerda este suceso: “unos labradores de una marquesa que era la dueña de la finca hicieron la reforma agraria. Un tío que estuvo allí en el pueblo, y no sé si con permiso de ella o sin ella, hizo, no la reforma agraria, hizo ¿cómo se dice eso? hizo parcelas. Pero claro la gente lo ha tenido que pagar en veinte años me parece cada uno, con tanto por ciento que le pusieron. Nosotros como no teníamos parcela, que ya no estaban mis abuelos, pues nos quedamos sin parcela.”


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