Cuando retrocedo a mi niñez y mis reyes siento ganas de llorar, no solo por la añoranza del tiempo pasado sinó por las grandes sorpresas en forma de naranjas o pan de higo en los mejores casos. Seguramente nosotros no eramos merecedores de otros regalos, pero éramos niños y el ser pobres no nos eximia de tener sentimientos (aunque los poderosos pensaban de otra manera) pero bueno teniamos lo que ellos no tendran nunca, humildad, amor familiar y la tranquilidad de no haber pisado nunca a nadie para explotarlo.
un abrazo a todos los pobres del mundo y a mi pueblo tambien
un abrazo a todos los pobres del mundo y a mi pueblo tambien