Nuestros prejuicios son como nuestros relojes: nunca están de acuerdo, pero cada uno cree en el suyo. Las plantas a veces necesitan cambiar de lugar para seguir creciendo; y a veces nosotros también lo necesitamos. Siempre parece imposible... hasta que se hace. Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Hasta que no valores tu tiempo, no harás nada con él. Ojalá todas las cosas que damos por hecho las valoráramos tanto como lo hacemos al perderlas. Y quien dice cosas, dice personas.