El abuelo Adil siempre decía que los árboles eran los mejores maestros.
—Escucha, Karim —me dijo una tarde de otoño, mientras barremos hojas en el patio—, la vida es como este árbol. Fíjate bien.
Señaló el viejo nogal del jardín. Sus ramas se extendían hacia el cielo, algunas torcidas, otras fuertes. La corteza tenía marcas como arrugas, y un par de ramas parecían rotas, pero aún sostenían hojas.
—Algunas ramas son fuertes —continuó—, otras frágiles, pero todas forman parte del mismo tronco. Así... La vida puede ser maravillosa si no le tienes miedo. Bendecida noches Sensi, que descases hasta mañana un abrazo. El destino se lleva siempre su parte y no se retira hasta obtener lo que le corresponde Buenos días foreros-as... ¡Feliz domingo!