En el hotel rural “El Nido de la Niebla”, enclavado en una colina de Asturias, todos los huéspedes recibían una tarjeta magnética.
Todos… excepto don Fabio.
A sus 88 años, seguía pidiendo las llaves del cuarto 108: una llave real, de metal, con un llavero de madera grabado a mano.
—Las tarjetas no pesan —decía—. Y yo necesito saber que llevo algo encima.
Fabio se hospedaba siempre en la misma fecha: del 1 al 7 de octubre. No hablaba mucho. Pedía café solo, pan tostado sin mantequilla y una flor...