Hoy os dejo una curiosa historia de principios del siglo XX.
A nuestro protagonista de hoy, el Sastre del Campillo, lo llamaban también "Maestro Pichurra" y tenía su taller en el Campillo Alto, por lo que también se le conocía por éste calificativo.
El pobre Sastre del Campillo carecía de clientela, ya sabéis, en aquella época todo el mundo quería que le hicieran las cosas por "un chavico" y él no hacía ni piruetas.
Perdía su tiempo lastimosamente, asomándose al portal,... La clave no es aprender de los niños, sino no olvidar que lo fuimos. El trabajo duro siempre le gana al talento cuando el talento no trabaja duro. No se puede tener raíces y alas al mismo tiempo. Los que tienen raíces se quedan, los que tienen alas vuelan.