EL TEJIDO DE DOÑA ALEJANDRA
En lo alto de las
montañas de Cusco, donde el aire es delgado y el
cielo parece más cercano, vivía doña Alejandra, una mujer que había pasado toda su vida entre telares y
colores. Sus manos, arrugadas y fuertes, guardaban la memoria de generaciones que habían tejido antes que ella.
Cuando era niña, su abuela le enseñó que cada hilo llevaba consigo un rezo. “El rojo es la sangre de la Pachamama, el verde la esperanza de las cosechas, el azul los sueños que vuelan al
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