Con los años comprendes que nadie era mucho más inteligente que tú, que aquellos que parecían súper dotados, talentosos e inigualables, eran simplemente tercos y aferrados a lo que anhelaban.
Caes en cuenta que si te capacitas, practicas y estudias profundamente cualquier disciplina las horas suficientes para hacer de tu oficio un
arte, llegarás a ser el genio que hoy admiras en alguien más.
La diferencia entre el que quiere, y el que realmente puede, probablemente sean diez mil horas de práctica.
Recuerda,
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