Antes de ser un buen líder hay que ser un excelente ser humano.
No basta con levantar la voz y señalar el
camino.
No alcanza con dominar el
arte de convencer ni saberse todos los discursos de memoria.
El liderazgo no nace en la cima de un podio,
sino en la profundidad de un alma que ha aprendido a escuchar.
Porque antes de ser un buen líder,
hay que haber caminado descalzo por las dudas de otros,
haber sentido el frío de la incertidumbre
y el peso invisible de las decisiones que afectan más
... (ver texto completo)