Me llamo Camila Velázquez.
Y esta
historia comienza con un cubo azul de plástico… y una humillación.
Tenía 11 años cuando las niñas del conjunto residencial donde trabajaba mi padre comenzaron a reírse de mí.
Llevaba
agua en un bidón que me doblaba el peso, cruzando las baldosas que no podía pisar sin permiso.
Una de ellas gritó:
— ¡Tu papá solo es el portero! ¿De verdad crees que alguna vez vas a vivir aquí?
No respondí.
Solo apreté los labios.
Y eché a correr.
Mi padre me encontró llorando
... (ver texto completo)