Un anciano artesano recibía todos los días a su nieta de ocho años en su pequeño taller de
relojes. La niña observaba fascinada cómo su abuelo trabajaba con precisión cada pieza, mientras le preguntaba:
"Abuelo, ¿por qué sigues haciendo relojes de arena cuando todos tienen relojes digitales?"
El anciano sonrió, tomando un
reloj de arena recién terminado entre sus manos.
"Mira este reloj, Lucía. ¿Qué ves?"
"Arena que cae", respondió ella encogiéndose de hombros.
"Exacto. Pero hay algo más. Observa
... (ver texto completo)