Un día, un
león dormía tranquilo cuando un pequeño ratón pasó corriendo por encima de su cuerpo. El león despertó enfadado y atrapó al ratón con su enorme garra.
— ¿Cómo te atreves a molestarme? —rugió.
El ratoncito, temblando, suplicó:
—Por favor, perdóname. Si me dejas vivir, quizás algún día pueda ayudarte.
El león soltó una carcajada, divertido por la idea de que un ratón pudiera ayudarlo, pero finalmente lo dejó ir.
Poco tiempo después, el león cayó en una trampa de cazadores. Atado por
... (ver texto completo)