Salvamos
catedrales y protegemos
ruinas antiguas, pero ¿por qué destruimos sin remordimiento
árboles que han vivido milenios?
Estos colosos de la
naturaleza han resistido
tormentas, guerras y el paso del tiempo, sosteniendo ecosistemas enteros y purificando el aire que respiramos.
Mientras resguardamos
monumentos de
piedra, talamos sin piedad seres vivos más antiguos que nuestra propia
historia.
¿No merecen la misma reverencia y protección que las grandes obras de la humanidad?