El 2 de julio de 1942, en un rincón tranquilo de la antigua Checoslovaquia, la infancia fue arrancada de raíz.
Ese día, 82 niños de Lidice fueron separados de sus madres y entregados a la Gestapo. No sabían que se dirigían al campo de exterminio de Chelmno, ni que el mundo nunca volvería a verlos.
Tenían nombres, risas, juegos... y un futuro que se extinguió en una cámara de gas.
Décadas después, la escultora Marie Uchytilova decidió que no podían desaparecer del todo. Con paciencia de madre dolida ... (ver texto completo)
Ese día, 82 niños de Lidice fueron separados de sus madres y entregados a la Gestapo. No sabían que se dirigían al campo de exterminio de Chelmno, ni que el mundo nunca volvería a verlos.
Tenían nombres, risas, juegos... y un futuro que se extinguió en una cámara de gas.
Décadas después, la escultora Marie Uchytilova decidió que no podían desaparecer del todo. Con paciencia de madre dolida ... (ver texto completo)
