Cuenta la leyenda que, entre los numerosos aljibes que se encuentran en el Albaicin pululan unos Duendes llamados Martinicos, estos, no son duendes malos solo algo traviesos que aparecen y desaparecen a voluntad provocando desconcierto, temor y sustos livianos a los transeúntes. Cuentan, los pocos afortunados que los han visto, que son de baja estatura, regordetes y narigudos, ataviados siempre con un hábito de monje
color rojo.
Estos seres son los guardianes de los aljibes,
fuentes y depósitos
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