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LOS BALCONES: Un zorrito y un conejo se hicieron grandes amigos....

Un zorrito y un conejo se hicieron grandes amigos.
Cada día salían juntos a jugar, corrían entre los árboles.
Siempre estaban uno al lado del otro.
Un día, mientras jugaban como siempre, vieron algo que los asustó.
Un cazador apareció con un rifle.
Sin pensarlo, corrieron a esconderse entre los arbustos.
Mientras escapaban, se encontraron con una tortuga vieja y sabia.
El zorrito, con los ojos bien abiertos, preguntó:
— ¿Por qué ese hombre quiere hacernos daño?
La tortuga los miró con calma.
Caza para comer —dijo—. Así es la naturaleza. A veces es dura.
El zorrito bajó la cabeza y murmuró:
—Entonces es muy cruel.
El conejo no dijo nada. Solo se acercó a su amigo a consolarlo.
Luego, los dos se fueron juntos, caminando en silencio.
La tortuga los miró alejarse.
Luego pensó en voz alta:
—La inocencia es hermosa.
El zorrito no sabe que, algún día, podría cazar al conejo.
Pero ahora son amigos.
Nacemos puros… es el mundo el que nos cambia.
Y antes de volver a su rincón bajo el árbol, la tortuga dijo:
—No importa cuán distintos seamos.
Siempre podemos ser buenos amigos.
La inocencia no ve amenazas, ve compañía.
No ve peligro, ve amistad.
Y eso es lo que perdemos al crecer.
El mundo nos enseña a temer, a desconfiar, a dividirnos.
Pero cuando somos puros, solo queremos jugar, reír y estar cerca de quien nos hace bien.
Los niños, los animales, los que aún no han sido heridos por el mundo… ellos saben lo que muchos olvidan: que es posible quererse sin juzgar.