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LOS BALCONES: ENCERRAR LA VIEJA. (Segundo episodio)....

ENCERRAR LA VIEJA. (Segundo episodio).
En mis tiempos de niño, esta diversión prácticamente era un juego, jamás presencié que, los chaveas de mi época, rodearan a una anciana la vituperaran y a empujones la introdujeran en un portal encerrándola.
Posiblemente esto pudo ocurrir aisladamente algún año, lo que sí sucedía es que ese día, y para eso estaban las personas mayores, advertían a las ancianas se abstuvieran de salir a la calle, por lo que la veda estaba totalmente echada y no había anciana que nos pudiéramos encontrar por los callejones albaicineros.
No por eso la fiesta dejó de existir.
Aquella tarde, entre negros nubarrones amenazantes de lluvia, nos reunimos un grupo de chavales, y después de un sorteo vestimos a Juanita de vieja.
Juanita era la chica más espabilada de la pandilla, dispuesta siempre a llevar la voz cantante en cualquier engendro infantil que se creara.
Los arreos estaban preparados, Juan trajo de su casa el delantal de su madre, Paco el hijo de la churrera, un chal a cuadros negro de lana, Manolín, el vestido de la abuela que, por cierto, el olor a zorruno tiraba de espaldas, el bastón, las gafas culo de botella, pañuelo para la cabeza, zapatillas negras con dos orejeras, se encargó Toñín el del "Portalón".
Nos metimos en el portal de chucherías de María Jesús, en el Peso de la Harina y a mí me encomendaron, después de que le pusiéramos todos los arreos, darle los últimos toques.
Con la cabeza inclinada hacia abajo, la espolvoreé con polvos de talco, y con el peine, aprovechando que Juanita tenía el pelo largo lo junté haciendo un simulacro de moño.
Con un lápiz de maquillaje pinté las arrugas de la frente, así como "las patas de gallo", en el lugar correspondiente, y para hacer aún más real la anatomía de nuestra "vieja", entre el vestido y el chal le coloqué un pequeño cojín, simulando la joroba y ¡quién diría que no teníamos a nuestra mejor vieja del barrio para divertirnos!
Toda ufana nuestra vieja, comenzó a caminar por el Callejón de los Frailes y todos los demás chicos en gran comparsa detrás cantando a coro: "la vieja, la vieja, la tía pelleja, se tira follones por los rincones, a encerrar la vieja que es una tía pelleja", de repente ella se volvía y con el bastón intentaba alcanzar a alguno de los acompañantes, el barullo que se formaba era enorme para evitar ser golpeados, atropelladamente caíamos al suelo formando un montón de chicos. Nuestra vieja aprovechaba para dar algún garrotazo, pero sin mayor intención de hacer daño.
Conforme caminábamos, por la Calle San Juan de Los Reyes, se iban agregando otros chicos y la voz se corría de tal modo que de otros lugares acudían otros y otros.
Pero aquello no era solamente espectáculo nuestro, las mujeres se asomaban a los balcones, los pasantes se detenían para contemplar el divertimento e incluso alguna mamá se agregaba al grupo.
Después subíamos por el Aljibe de Trillo, los niños que ayudaban a sus madres a sacar agua, unían sus voces a los que íbamos en la comparsa.
-Mamá, me voy con mi amiga Placiditas. Y así iba creciendo el grupo.
Placeta del Comino, Plaza del Salvador, y vuelta a la Cuesta del Chapiz.
(Todavía cuando con frecuencia paso por El Salvador, en mi subconsciente no puedo evitar la estrofa poética de nuestro vate albaicinero, Benítez Carrasco.
"Placeta del Salvador, tres acacias en el aire y mi madre en el balcón").
De esta forma se consiguió durante unos años mantener la tradición, hasta que finalmente desapareció. (Continuará)
Imágenes. 1.- Calle del Agua. 2.- Este día no salía ninguna anciana a la calle. 3.- Juanita nuestra anciana. 4.- El portal de chucherías de María Jesús. 5.- Nuestra Juanita maquillada para el juego. 6.- Juanita toda ufana haciendo el papel. 7.- Por los callejones del Albayzín. 8.- Aljibe de Trillo.
José Medina Villalba