La legendaria cantidad de libros de la Biblioteca de Alejandría tenía truco.
Cuando los viajeros entraban en la ciudad se les confiscaba los libros que llevaban, que pasaban a manos de los escribas, quienes los copiaban, estos entregaban una copia al obligado "benefactor" ya que el original pasaba a formar parte del fondo de la Biblioteca.
Cuando los viajeros entraban en la ciudad se les confiscaba los libros que llevaban, que pasaban a manos de los escribas, quienes los copiaban, estos entregaban una copia al obligado "benefactor" ya que el original pasaba a formar parte del fondo de la Biblioteca.